viernes, 5 de noviembre de 2010

Rechazo y desdén a que el alfabeto fije el orden de los apellidos del hijo


Tema: Leyes

Discutida medida de igualdad. Modificaciones en la Ley que rige el Registro Civil.

Todos los partidos, excepto el PSOE, consideran que es una reforma «residual» e «innecesaria».

Justicia propone que deje de dominar la filiación paterna si no hay acuerdo entre los progenitores.
La intención del Gobierno de extender su política de igualdad incluso a la filiación de las personas se encontró ayer con el rechazo de buena parte de los grupos de la oposición, que coinciden en que se trata de una reforma «residual» e «innecesaria», que puede conllevar la desaparición de los apellidos que empiecen por las últimas letras del alfabeto. La nueva reforma del registro civil propone que, como hasta ahora, los padres elijan el orden de los apellidos de sus hijos. Sin embargo, si no hay acuerdo, la modificación establece que deje de prevalecer la identificación paterna sobre la materna. En aquellos casos -cabe suponer que extraordinarios- en los que los progenitores no logren pactar la posición de los apellidos del bebé, el orden alfabético determinará cuál figura en primer lugar.

El Ejecutivo y el PSOE defendieron el cambio con el argumento de que supone una conquista social y jurídica armónica con el principio de igualdad. El ministro de Justicia, Francisco Caamaño, se mostró convencido de que servirá para «hacer valer la igualdad que establece el artículo 14 de la Constitución, aunque puntualizó que solo se recurrirá a la ruleta del abecedario en los «casos excepcionales» en los que no haya acuerdo o no se haga constar el orden de los apellidos en la solicitud de inscripción.

- La libertad.

«Creemos que proponemos algo muy razonable al afirmar la libertad de los padres. En segundo lugar, si ellos no ejercen esta libertad, reforzamos el principio de igualdad entre el hombre y la mujer en la aplicación de la ley», resumió el portavoz socialista en el Congreso, José Antonio Alonso.

En el caso de que solo exista un progenitor, porque la madre o el padre hayan recurrido a la adopción o a la inseminación artificial, el hijo llevará los dos apellidos de este, en el orden que quiera. Hace cinco años se derogó la obligación para madres y padres solteros de hacer constar el nombre de su pareja, lo cual les forzaba a inventárselo. Ahora ya pueden dejar esta casilla en blanco. Por último, si el menor ha sido abandonado, el proyecto prevé que se haga constar un nombre y dos apellidos de uso corriente con el fin de identificar al niño, tal como marca la ONU, que establece que todos los menores tienen derecho a un nombre.

- La novedad.

El proyecto fue aprobado por el Consejo de Ministros el 23 de julio, si bien en aquel momento el Ministerio de Justicia no publicitó los cambios introducidos en la filiación y se centró en lo más novedoso de la norma: que dejarán de expedirse los tradicionales libros de familia, sustituidos por certificaciones registrales personales a las que se tendrá acceso a través de internet.

El proyecto está en fase de enmiendas en el Congreso y todavía no ha sido debatido en la Comisión de Justicia. Sin embargo, parece difícil que aúne el consenso alcanzado en 1999 para que los padres pudieran elegir el orden de los apellidos. De entrada, Mariano Rajoy anunció ayer que «dará la batalla» contra el fin de la primacía paterna, mientras que la portavoz popular en el Congreso, Soraya Sáenz de Santamaría, señaló que es un tema que no preo-cupa a los españoles. El PP recordó que a partir de los 18 años cualquier español puede alterar el orden de sus apellidos.

La izquierda tampoco aplaudió una reforma que, en opinión de Gaspar Llamazares, puede conllevar «consecuencias chuscas, como que desaparezcan determinados apellidos» que comiencen con las últimas letras del abecedario. «No tenemos problema con que se abra el debate pero es una preocupación menor», añadió el diputado de IU.

- Mejor con consenso.

CiU, ERC y PNV coincidieron en que se trata de una modificación «residual». Los convergentes no se opondrán, si bien abogaron por que se busque el consenso, mientras que el PNV considera que, en caso de conflicto, debería resolver el problema un juez o un mediador en lugar de un sistema aleatorio como el orden alfabético.

Organizaciones conservadoras de defensa de la familia como el Foro de la Familia o Hazte Oír no quisieron entrar a evaluar un cambio legislativo que, según su opinión, tan solo tendría que aplicarse en casos anecdóticos.

El cambio de apellidos dificultará la identificación de cadáveres


Tema: Leyes

La localización de parientes para pruebas de ADN se complicará.

El «código personal de ciudadanía», es decir, el registro individual de cada persona desde que nazca o adquiera la nacionalidad, previsto en el cambio del Registro Civil llega cargado de algunas polémicas e inconvenientes no menores. Dos de ellos los planteó ayer el delegado del Gobierno contra la Violencia de Género, Miguel Lorente, en su papel de forense. «La identificación documental tendrá con esta modificación un peso más secundario porque se complica el trabajo a la hora de establecer vínculos familiares». No ocurre en el día a día, pero ante un accidente de avión o de autobús el carné de identidad es ahora la primera herramienta de la que se echa mano para empezar la búsqueda de parientes. Con los apellidos intercambiados —por orden alfabético o con el de la madre primero, según acuerden los padres— ese rastreo inicial resultará baldío.

Segunda cuestión: la identificación por ADN. «Se pueden presentar problemas de localización a la hora de identificar cadáveres —explica Lorente—; teniendo en cuenta además que en algunos casos utilizamos el ADN mitocondrial, el de la madre, y nos retrotraemos a generaciones anteriores. Si no sabemos como han decidido apellidarse, será complejo».

- Resarcimiento moral.

La solución para ambos problemas pasa, a su juicio, por un sistema informático muy potente, que no solo englobe todos los datos, sino que además marque cuáles han sido los cambios que se han dado a la hora de poner esos apellidos. «Habrá que pensar de manera distinta a la hora de identificar, pero esto no puede anteponerse al paso fundamental que supone una decisión libre de cambiar los apellidos por los motivos que sean».

Para Lorente el gran cambio es el «resarcimiento moral» que esta modificación legislativa llevará a las víctimas de violencia de género y a sus hijos, permitiéndoles desvincularse de un padre maltratador o incluso asesino. El proyecto contempla un procedimiento urgente para este tipo de víctimas. El caso de Ana Orantes, la mujer quemada viva por su marido en 1997 en Granada, es paradigmático. Su hija Raquel consiguió, no sin dificultad, eliminar el apellido paterno. Para los hijos víctimas que estén protegidos, será además un elemento de seguridad porque dificultará que el padre les encuentre, como ahora sucede en algunas ocasiones.

No obstante, el forense está convencido de que esta modificación no supondrá un gran cambio en la sociedad y, sobre todo, considera que los españoles no van a acudir en masa a cambiarse los apellidos.

Sin embargo, otros puntos del proyecto de ley del Registro Civil, como el de anular la primacía del apellido paterno y el tradicional libro de familia, han generado el rechazo unánime de asociaciones profamilia, expertos en Derecho Civil y catedráticos de Genealogía. Eduardo Hertfelder de Aldecoa, presidente del Instituto de Política Familiar, calificó el proyecto como una «agresión» encaminada a destruir el concepto de familia, «un paso más hacia la existencia oficial de solo individuos ante la administración». Hazte Oír, otra organización profamilia, coincidió con esa opinión. «No es sino otra vuelta de tuerca en el proyecto de reingeniería social que el Gobierno lleva aplicando desde hace seis años», declaró ayer su presidente, Ignacio Arsuaga, que agregó que esta reforma pretende «arrancar» a la persona de su vínculo familiar.

Por su parte, la Asociación de Genealogía Hispana defendió el actual modelo de registro de apellidos en España, al entender que se trata del mejor para las investigaciones históricas, gracias a la pervivencia de dos apellidos de familias distintas. La titular de Derecho Civil de la UNED, Patricia López Peláez, advirtió a Ep de que, con el paso de los años, los apellidos de la segunda mitad del alfabeto tienen más posibilidades de extinguirse, si el orden se rige por el criterio que propone el Gobierno.

El apellido paterno como bandera


Tema: Leyes

Sectores conservadores atacan la ley que acaba con la prevalencia paterna.

Críticas a la elección por orden alfabético si hay desacuerdo.
Justificar a ambos ladosEl apellido paterno se convierte ahora en bandera conservadora. La reforma de una ley que termina con restos de la sociedad patriarcal tradicional ha encontrado fuertes resistencias. El proyecto de Ley de Registro Civil, en trámite parlamentario, termina con la prevalencia del apellido masculino, una medida en la que algunos han visto otro ataque frontal del Gobierno contra la familia. El propio líder del Partido Popular, Mariano Rajoy Brey, ya ha salido al paso para manifestarse en contra de la reforma que considera innecesaria; y ha asegurado que dará "la batalla" para que no salga adelante.

La nueva ley determina que los padres deberán especificar los apellidos del bebé al inscribirle en el registro, y que, en caso de desacuerdo u omisión, ya no prevalecerán por defecto los del varón, sino el orden alfabético. Una posibilidad que ha escandalizado al PP. La diputada Luisa Fernanda Rudi Úbeda aseguró ayer que la reforma es "una cortina de humo" para alejar a la sociedad civil de lo verdaderamente importante y que no es "una demanda urgente de los ciudadanos". El portavoz de CiU en la Comisión de Justicia, Jordi Jané i Guasch, consideró que el impacto del proyecto de ley "es residual", por lo que le quitó importancia.

El Gobierno se defiende. La elección del orden de los apellidos es un avance, dicen. "Supone un paso más hacia la igualdad y termina con la diferencia de género", apoyó el vicepresidente tercero, Manuel Chaves González. Una opinión compartida por el portavoz del PSOE, José Antonio Alonso Suárez, y por el ministro de Justicia, Francisco Caamaño Domínguez, que criticó el comportamiento del Partido Popular ante la nueva reforma. La "defensa" de la prevalencia del apellido paterno es "difícilmente compatible con el mandato de igualdad que defiende la Constitución", dijo.

Pero las críticas llegan desde muchos frentes. La organización conservadora Instituto de Política Familiar describió el proyecto de ley como "un nuevo ataque frontal a la institución familiar". También el presidente de la plataforma Hazteoír, Ignacio Arsuaga considera este proyecto de ley -que termina también con la figura del Libro de Familia y lo sustituye por un código personal para cada ciudadano- es una fórmula para "arrancar" a la persona de su vínculo familiar.

Como trasfondo del debate, a nadie se le escapa el alto contenido simbólico de los apellidos. En España, donde hasta ahora prevalecen los del varón, suponen una de las rémoras de la sociedad patriarcal. Del modelo en el que el padre predominaba sobre la madre y era quien "reconocía" a los hijos. Quien les daba, si quería, sus apellidos.

"Este cambio normativo supone un gran avance. Termina con la tendencia de que el padre, al ser el cabeza de familia, debe ser quien ejerce la protección de la familia", opina Soledad Murillo de la Vega, ex secretaria de Políticas de Igualdad, que sostiene que la reforma es muy positiva porque fomenta que la elección del orden de los apellidos sea fruto de una decisión consensuada entre la pareja - "como se hace con el nombre del bebé"-, y termina con el sentido de pertenencia a un grupo y de preocupación por continuar con un linaje.

"Muchas veces cuando se prefería a un varón antes que a una mujer era simplemente para que se conserve el apellido", considera Consuelo Abril González, abogada de familia y vicepresidenta de la Coordinadora de Organizaciones de Mujeres para la Igualdad (Compi). Se acabó, por tanto, brindar con champán cuando llega un varón en una familia de mujeres porque así no se perdían los apellidos.

Es con este modelo caduco con lo que quiere terminar la nueva ley. Así lo afirma en su propio fundamento jurídico el proyecto: "Con el fin de avanzar en la igualdad de género se prescinde de la histórica prevalencia del apellido paterno frente al materno permitiendo que ambos progenitores sean los que decidan el orden de los apellidos". La modificación ampara también a las parejas del mismo sexo.

Pero nunca llueve al gusto de todos, y una vez más las políticas de igualdad se convierten en campo de críticas para determinados sectores resistentes a los cambios. Muchos se escudan en la protección de la tradición para frenar lo que ven como un ataque más contra los hombres con la "excusa" de la igualdad, una nueva ley superflua.

Pero ¿era necesaria la reforma? Ya desde 1999, un cambio en la ley actual -de 1957- permitía a los padres elegir el orden de los apellidos de los hijos. Por defecto, sin embargo, prevalecían los del varón. Cambiarlos, además, supone un gran periplo burocrático.

La profesora de Ciencias de la Información e investigadora de políticas de género Pilar López Díez no entiende la polémica desatada por el proyecto de ley. "¿Por qué se enfadan? Las parejas van a tener los mismos derechos. Si aquellos que tanto se quejan fueran realmente igualitarios deberían pensar porqué no va el apellido de la madre primero, que es la que pare", dice. Una opinión que comparte la socióloga Ana Bravo Pérez, que llama la atención sobre una realidad actual en la que el segundo apellido, el de la mujer, por ejemplo, tiende a desaparecer.

Una curiosidad es que en caso de discusiones los padres no podrán llegar a un pacto por el que el primer hijo lleve los apellidos de la madre en primer lugar y el segundo a la inversa. Todos los hermanos de madre y padre deberán apellidarse igual, dice la ley. La decisión, así, es fundamental.

Y aquí llega otro de los puntos polémicos. El proyecto de ley determina que "en caso de desacuerdo o cuando no se hayan hecho constar los apellidos en la solicitud de inscripción, el encargado del Registro Civil los determinará por orden alfabético". Así, los Zunzuneguis, Zapateros o Zubizarretas pueden estar en peligro de extinción. Un sistema que defendió el ministro Caamaño, como "neutral", pero que no convence a todos. Los expertos temen que este modelo, teóricamente objetivo, provoque que dentro de unos años escaseen los apellidos que comiencen por las letras finales del abecedario.

No solo eso. También peligran los apellidos comunes. Los González, Rodríguez, López y Pérez. Todos podrían desaparecer -o al menos comenzar a escasear- en aras de otros más llamativos. No por casualidad al presidente del Gobierno se le llama Zapatero, en lugar de Rodríguez, su primer apellido. Aunque, quién sabe, si esto es así, dentro de un siglo puede resultar distinguido apellidarse Fernández.

Para los expertos, sin embargo, los temores de los Zabalas y los Martínez son infundados. Los casos de conflicto u omisión serán pocos. "Los padres se pondrán de acuerdo en el 99% de los casos", aseguró el ministro Caamaño. El titular de Justicia consideró "positivo" que los ciudadanos debatan sobre el orden de los apellidos considerando ambos -los de la madre y el padre- de forma igualitaria.

Pero si no es así, ¿qué sistema es el ideal para elegir la denominación que acompañará a la persona para siempre? Patricia López Peláez, profesora de Derecho Civil de la Uned, aboga por lanzar una moneda al aire. "Un método totalmente objetivo y aleatorio que no prima a ninguno de los dos apellidos", afirma. Este sistema no es original, ya se utiliza desde hace tiempo en países como Alemania.

A Abril González el sistema de emplear el abecedario sí le parece adecuado. "Es un avance que se rige por criterios totalmente objetivos. Normalmente, en caso de conflicto, se suele judicializar el asunto. Aquí no será lo que dice un juez, quien determine qué apellido le parece mejor", dice. Al profesor de Derecho Civil de la Universidad de Navarra Javier Fajardo Fernández le preocupa otro tema: los casos de omisión. "Qué va a pasar cuando los padres no escriban nada por desconocimiento o por olvido", se pregunta. La ley es clara: se usará el abecedario.

Polémica aparte, el debate sobre el proyecto de ley favorece que los ciudadanos conozcan que pueden adoptar el criterio de igualdad en todo. También en lo que se escribe en su pasaporte.

- El padre primero y otras combinaciones.

- Francia. Solo hay un apellido, así que los progenitores deben elegir entre el del padre, el de la madre o ambos unidos. Existe una vieja costumbre aún arraigada por la cual ella pierde el apellido al casarse. Por eso, Martine Aubry, primera secretaria del Partido Socialista francés, hija de Jacques Delors, no lleva el ilustre apellido paterno. Pero la esposa puede mantener, por ley, su apellido.-A. J. BARCA

- Italia. Los hijos de las mujeres casadas o los que han sido reconocidos por el padre toman el apellido paterno. Si la madre es soltera, le da su nombre. Todo italiano está registrado con un solo apellido, el paterno. Pero desde hace un año, es posible añadir el materno, aunque no en el momento de inscribir el nacimiento, sino tras un trámite que dura cerca de un año. También se puede sustituir si se considera vergonzoso o por motivaciones personales.-L. MAGI

- Rusia. Legalmente impera la igualdad. Solo existe uno, el paterno o el materno. En la época soviética, hubo parejas en las cuales uno de los miembros era judío y descartaron el apellido de este origen por las futuras dificultades que podría causar a su hijo para, por ejemplo, encontrar trabajo. Con la mayoría de edad, se puede cambiar el apellido. Cuando las parejas se casan, se les pregunta qué quieren hacer. La ley permite elegir, pero por tradición es la mujer quien cede en favor de que se inscriba el del marido.-P. BONET

- EE UU. Amanda Birmingham Bonds nació Amanda Joyce Zane Birmingham. En EE UU es impensable no tener, desde la cuna, lo que se denomina un "nombre del medio", que no es exactamente el nombre compuesto de España y es una referencia para toda la vida. Así, hay que pensar en dos nombres para el bebé. Ese "nombre del medio" -George W. Bush hijo, George H. Bush padre- suele ser el nombre de pila de un allegado. Amanda tuvo dos: Joyce y Zane."Era un nombre muy largo para las cuentas del banco", dice. El problema llegó al casarse. Por tradición, debía adoptar el del marido, Anthony Bonds. "No estaba dispuesta, era una seña de identidad", explica. Pragmática, convirtió su apellido de nacimiento (el paterno Birmingham) en su middle name y prescindió de los originales. Amanda es ahora Birmingham Bonds. El papeleo le llevó unos dos meses. Las mujeres suelen perder su apellido al casarse. La tendencia actual es la practicada por Amanda. Ambas opciones suelen dar problemas cuando la pareja se divorcia. El proceso de recuperación de identidad es larguísimo, y en este caso, además, doloroso. Los estadounidenses no entienden que la mujer mantenga su apellido. Para ellos, en el caso de tener hijos, es una incomodidad y "nada seguro", relata una profesora. "¿Cómo sé yo que a quien le entrego el niño es la madre si el apellido no es el mismo que el del pequeño?".-Y. MONGE

- Portugal. Primero, el de la madre y después, el paterno. Pero en la práctica la primacía real la tiene el padre. Eso vale para documentos oficiales, firmas, etcétera. Por ejemplo, Francisco Pinto Balsemao (ex primer ministro) es, en la práctica, Francisco Balsemao.-F. RELEA

- Japón. El apellido precede al nombre (Kan Naoto, y no Naoto Kan, es como se llama al actual primer ministro) y se emplea, salvo en casos de extrema cercanía, para dirigirse a alguien. En Japón solo se utiliza uno y la ley estipula que un niño recibe automáticamente el que figura en el koseki (el registro de familia). Pueden inscribirse con el de la esposa o el del marido. Casi siempre, ella adopta el de él (y por ende, su descendencia). En caso de divorcio, pueden recuperar su apellido de solteros y modificar el de los hijos. -A. S. BRAUN

- Reino Unido. La tradición, y no una ley, sigue dictando la primacía del apellido paterno. Así registra a sus hijos el grueso de las familias y es el que suelen adoptar ellas al casarse. Muchas lo mantienen tras el divorcio. Previo acuerdo de la pareja, los bebés pueden recibir el materno o los de ambos (y en el orden que deseen), pero pocos lo hacen.-P. TUBELLA

- Sudáfrica. Por costumbre, prima el del padre. Por ley, desde 2001, el recién nacido puede ser inscrito con el paterno, el materno o, de estar de acuerdo los progenitores, con ambos separados por un guión. Las casadas mantienen su apellido y pueden añadir el de su marido. Los nacidos fuera del matrimonio se inscriben bajo el materno o bajo el paterno si él está de acuerdo. La legislación permite que, en caso de que una madre soltera se case, el bebé asuma el apellido de su padrastro o cambiar el de los niños en caso de divorcio o muerte del padre.-L. CAMBRA

- Alemania. Los matrimonios pueden adoptar el apellido de la esposa o el del marido como "nombre de familia". El que elijan será el que lleven los hijos. También pueden conservar sus respectivos apellidos tras el matrimonio, en cuyo caso deberán determinar cuál de los dos recibirán los hijos que tengan en común.-J. GÓMEZ