lunes, 8 de noviembre de 2010

Reflexiones en torno al Tea Party

Gustavo de Arístegui (El Mundo)

Tema: Estados Unidos

Empieza a surgir en todas partes, y también en España, una nueva polémica en torno a la verdadera naturaleza del Tea Party. Seguramente porque en un corte de radio, un titular de prensa o un total de televisión no se puede analizar un fenómeno tan complejo como el cambio de paradigma político y de modelo de participación ciudadana, o comprender de verdad cómo funciona la transmisión de ideas y cómo éstas arraigan en la sociedad.

Desde hace unos años se están produciendo fenómenos que por su rabiosa novedad tienen completamente despistados a politólogos y analistas. Las estructuras clásicas de la política están siendo cuestionadas y los partidos no parecen saber adaptarse a los nuevos tiempos que corren. Aprenden a usar los nuevos soportes de transmisión de contenidos, pero apenas rozan la nueva sociedad digital, en la que las ideas y los sentimientos se confunden, el exceso de información desinforma y las ideas se expanden como si de un virus se tratara, como lo explica Malcom Gladwell en su libro The Tipping Point.

La ciudadanía quiere soluciones a sus problemas reales y en momentos de crisis económica, política o social la irritación está aun más, si cabe, a flor de piel. La campaña del presidente Obama fue la primera de la Historia que aprovechaba casi íntegramente todas las ventajas de los nuevos instrumentos ymedios de relación social. Incluidas las redes sociales, llegando a sumar, según diferentes fuentes, más de cuatro millones de voluntarios. Sumandato ha generado enorme rechazo en los sectores más conservadores del país, una parte de los cuales no sentían que el Partido Republicano estuviese haciendo una oposición suficientemente intensa, estructurada y focalizada sobre los asuntos quemás preocupaban a la opinión pública.

Algunos sectores decidieron organizarse, aprovechar la sensación de vacío que tenían algunos electores y crear unmovimiento de oposición frontal a Obama desde dentro del Partido Republicano, y no desde fuera. En resumen, una parte de quienes apoyan al Tea Party –cuyo peso es imposible medir– son conservadores clásicos hartos y/o desengañados, pero otra parte ni es conservadora, ni tienemás ideología que el extremismo antisistema, algo que demasiados políticos y analistas ignoran en España, seguramente por falta de conocimiento de Estados Unidos.

Puede que se haya producido una identificación tan exagerada como falsa entre Obama y Zapatero, pero lo cierto es que un PSOE como el actual, que está bastante más a la izquierda que la socialdemocracia europea, no tiene un verdadero equivalente en EEUU. Sin embargo, ciertos políticos y analistas se han apresurado a ver en la oposición frontal al líder de la Casa Blanca una réplica de las críticas que merece la desastrosa gestión del Gobierno socialista, dando por buenas, sin un análisis suficientemente profundo, las soflamas del Tea Party como si fuesen válidas también contra Zapatero.

Hay muy pocos paralelismos que se puedan hacer entre las políticas a ambos lados del Atlántico, y desde luego éste es de las más desafortunadas. Es incluso posible que la mayoría de los seguidores del Tea Party no sean extremistas, cosa que está por ver, y que sean de verdad conservadores clásicos, desencantados. Pero la aplastante mayoría de sus dirigentes sí son extremistas, algunos con escasa formación, en algún caso extravagantes y excéntricos exaltados como la señora O’Donnell, la candidata republicana al Senado por el estado de Delaware, que ha reconocido que en algúnmomento de su vida fue bruja. En fin, sobran las palabras.

Otro sector del Tea Party se ha dedicado a propagar queObama no nació en Estados Unidos y que, en consecuencia, no cumple el requisito constitucional para ser jefe de Estado. Si uno se toma lamolestia de leer los discursos y las declaraciones programáticas de algunos de los líderes más destacados de este nuevo movimiento, podrá comprobar que hay soflamas antisistema desde la extrema derecha. Su eslogan Menos impuestos, menos gobiernos, más patriotismo, que tan atractivo resulta a algunos, no es sino la punta de un iceberg que tiene muchohielodelmalobajo la superficie. Es verdad que Sarah Palin viene del corazón del Partido Republicano, pero es también cierto que procede del sector con diferencia más conservador, razón por la que quien era justamente considerado como un centrista, el senador John McCain, la eligiese como compañera de ticket electoral. El objetivo era compensar la falta de pegada electoral entre los electores estadounidenses más conservadores.

Nada de esto supone diluir o disimular los errores del presidente Obama, ni la falta de eficacia de algunas de sus políticas. Lo cierto es que en EEUU hay hoy de hecho tres partidos políticos: el Demócrata, el Republicano clásico y elmovimiento heterogéneo y desigual que se conoce como Tea Party, que ha hecho una hábilmaniobra de conquista de espacios políticos desde la propia estructura republicana.

Para entender el alcance de lo que puede significar el Tea Party en el país habría que haber seguido las elecciones primarias del Partido Republicano, donde algunos candidatos conservadores clásicos, de prestigio y/o arraigo, fueron desafiados en muchos casos con éxito por los activistas del nuevo movimiento, que así logró demostrar dos cosas: la primera, hasta qué punto los partidos clásicos no entienden la que se les viene encima, por no comprender el nuevo paradigma político del siglo XXI; la segunda, el verdadero contenido –o, en muchos casos, la verdadera y alarmante falta de contenido– de sus postulados. Hay quien dice que éste es un fenómeno coyuntural, esperemos de verdad que no se equivoquen.

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