domingo, 9 de enero de 2011

El futuro vacío. Los jóvenes son el combustible de la revuelta en Argelia y Túnez

Jordi Gálvez (La Vanguardia)

Tema: Túnez
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Primero fue un joven que se quemó a lo bonzo en Túnez, después han venido los demás, los dos muertos en Argelia desde el viernes –tres, según fuentes no oficiales– y los cientos de heridos y detenidos en enfrentamientos entre la juventud y la policía por la desmesurada alza del precio de los alimentos.

Ayer por la noche se respiraba una tensa calma en las calles del centro histórico de Túnez y una opinión clara y unánime. Tanto da que sean tunecinos de la ciudad o de provincias, o que sean turistas. Hay que aprovechar como sea el tiempo plácido del fin de semana y mostrar despreocupación. A veces es una despreocupación real, pero la mayoría es muy estudiada, un automatismo. Parecido al automatismo de las armas automáticas que llevan todos los policías que llenan hasta los topes los dos autobuses que han estacionado cerca del Bab el Bahr, el Portal de Mar, a un tiro de piedra de la tumba de nuestro Anselm Turmeda, en plena Medina.

“Estamos hartos, muy hartos. Y esto no ha hecho más que empezar”, afirma Abdelaziz, un joven argelino que regresa mañana a su país. “No, no pongas mi nombre, pon que me llamo Abdelaziz”, el nombre de pila del presidente argelino Buteflika, pide entre carcajadas. Este no es, sin duda, ni un conflicto religioso, ni nacionalista ni nada parecido. Tiene, en cambio, la lógica, la dureza y el humor de la juventud. Es la rabia de la juventud la que se desata contra el poder establecido.

El joven que me acompaña tiene apenas veinticinco años. “No es de extrañar que los jóvenes hayamos acabado a golpes con la policía. Incluso hay niños, muchos niños, que están participando en esta revuelta, son nuestros hermanos pequeños. La mayoría ni saben lo que quiere decir la carestía de la vida u otros tecnicismos, lo único que saben es estamos hartos de no tener futuro, de que hagan con nosotros lo que les dé la gana”. Le pregunto si tiene estudios. “No, ¿para qué? Muchos de mis amigos tienen estudios, algunos son médicos, abogados y son lo mismo que yo: muristas”. ¿Muristas? “Sí, hombre, los que nos pasamos el día apoyados en la pared, aguantando el muro. Muristas. Estudies o no estudies da igual, no hay trabajo. No puedes ir tampoco fuera de tu país a trabajar a ninguna otra parte porque tampoco te quieren. ¿Cómo podemos vivir sin trabajar? Vamos a un restaurante y sólo hay viejos con chicas jóvenes, porque sólo son los viejos los que tienen dinero. Ellos hicieron la guerra de independencia contra los franceses y no sé cuántas más cosas. O están jubilados o tienen trabajo, mientras que nosotros no tenemos nada”. Casi el 75% de la población del Magreb son jóvenes menores de treinta años.

“Me vuelvo mañana a mi ciudad, en Argelia. Allí incluso han utilizado fusiles de aire comprimido contra la policía”. Pregunto el porqué. “No sólo son corruptos, son intocables, son impunes, hacen lo que les da la gana, y sólo ayudan a los poderosos. El conflicto se inició porque duplicaron el precio del aceite y del azúcar. Y porque en el barrio Bab el Oued de Argel la policía se enfrentó con los vendedores ilegales, los que venden en la calle, porque no tenían licencia. Es curioso que un país donde todo el mundo se pasa la ley por el forro y la corrupción no tiene límites tengan que pagar el pato los pobres que venden en la calle”.

Abdelaziz lo tiene claro. “Ahora dicen que van a anular la subida de los precios o que nos van a buscar trabajo. En Argelia o en Túnez es lo mismo. Muchas palabras bonitas. Nos acusan, a los jóvenes, de ser violentos y de que algunos han robado televisores u otras cosas. ¿Qué futuro nos queda si no hay trabajo y todos sabemos que no lo habrá? Pues hacer el kamikaze. Los viejos hacen la vida de los jóvenes, la disfrutan, mientras nosotros hacemos la vida de los viejos. Nos preparamos, de un modo u otro, a morir”.

“Queman coches, como en Francia”

“Hemos tenido muchos enfrentamientos con la policía. Y han quemado el Banco Nacional y los juzgados. Yo no estaba en el fregado, pero me hubiera gustado estar allí. Esto no funciona para nada, hay que empezar de nuevo. Fuera el dinero, por eso quemaron el banco. Y fuera los juzgados. No nos sirven para nada. Aquí no hay justicia”, afirma en conversación telefónica Abdel, un joven de la ciudad argelina de Bejaia (la antigua Bugía). Otro joven, Aldja, comenta desde Argel: “Han saqueado las tiendas, las de electrodomésticos y las de ropa, y han empezado a quemar coches como en Francia. Es curioso que mientras el Gobierno habla de diálogo y llama a la calma, algunas personas mayores no sólo no critican a los jóvenes sino que les aplauden porque la corrupción política es insostenible. No me creo ni una palabra sobre esas reformas que quieren hacer”. Hackim, también de Argel, sentencia: “No hay trabajo ni manera de conseguir dinero si no es haciendo algo ilegal”.

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