domingo, 9 de enero de 2011

Esta casa es una ruina

Jordi Barbeta (La Vanguardia)

Tema: Catalunya

Se las prometían felices Artur Mas y su pinyol tras conseguir una victoria electoral de las que hacen época, pero qué poco dura la alegría en la casa del pobre y nunca mejor dicho lo de pobre. Se les ha congelado la sonrisa a Mas y a todos los demás tras comprobar que con lo que han encontrado en la caja tienen para pagar las nóminas de enero y las de febrero, pero nadie se atreve a aventurar qué ocurrirá en marzo –març, marçot, mata la vella i la jove si pot–. Así que el flamante nuevo Govern se estrena pobre y arruinado con un objetivo tan ambicioso como llegar a fin de trimestre. Primum vivere deinde philosophare. Vamos progresando. La gran consigna entre los socios del segundo tripartito era “durar” y, aunque no habrían superado el más rudimentario control antidopaje, lograron llegar exhaustos al último día... La gran aspiración del nuevo Govern de Artur Mas es mucho más dramática: se trata de sobrevivir, como canta Gloria Gaynor.

Resulta además que el mal aqueja a muchos, lo que no sirve de consuelo ni para los tontos, porque asegura que más pronto o más tarde, la autoridad competente, civil por supuesto, tendrá que buscar –e imponer– una solución general. Y tal como se pudo comprobar con la ruina del Ayuntamiento de Madrid, el interlocutor de este enorme problema sigue siendo el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero. Y esta cruda realidad, desde el punto de vista político catalán, es lo peor que podía ocurrir. Ya es mala suerte que cuando Convergència i Unió se reencuentra con su situación ideal –gobernando en Catalunya y con fuerza decisiva en Madrid– resulta que apenas tiene margen para ir al ataque, porque precisamente la debilidad –y la dependencia– financiera neutralizará cualquier ofensiva política. He aquí un grave problema político, ideológico y sobre todo práctico que amenaza a los nacionalistas ¿De qué les sirve el poder y la influencia que tienen si están condenados a apoyar al Gobierno español a cambio de oxígeno financiero?

La historia se repite y vuelve a dar la razón a Ramon Trias Fargas, que ya predijo hace tres décadas que esto ocurriría. Artur Mas y, por supuesto, también Josep Antoni Duran Lleida se enfrentan al desafío más difícil de su carrera política. El horno no está para bollos ni para pollos, pero la gente ha depositado la confianza en ellos para que saquen el país de la crisis, pero también para que resuelvan el conflicto de Catalunya con España. Ningún Govern lo ha tenido antes tan complicado. CiU tendrá que administrar esa obsesión suya de aparecer siempre como los campeones del sentido de Estado. No van a tener más remedio que actuar con más seny que nunca, pero precisamente en esta ocasión, con tantos que han confiado, un exceso de prudencia resultaría tan frustrante como políticamente imprudente.

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