lunes, 3 de enero de 2011

Los primeros pasos de Rosell

El País

Tema: Economía
Después del agitado mandato de Gerardo Díaz Ferrán, los empresarios más optimistas esperaban vientos de cambio en la CEOE (Confederación Española de Organizaciones Empresariales). Pero los primeros pasos del nuevo presidente son decepcionantes. Joan Rosell hizo público un equipo de gobierno (ocho vicepresidentes) que desprende los aromas inconfundibles del continuismo. No es solo que, con manifiesta tibieza, no se haya atrevido a nombrar un equipo ejecutivo de verdad, con dos vicepresidentes como mucho, y haya tirado por la calle de en medio, es decir, bajar de 21 a ocho; es que el reparto de naipes vuelve a recaer en defensores de una estructura vetusta, algunos muy próximos al presidente anterior, y otros con una mohosa inclinación al PP, facción Comunidad de Madrid. Bien está que la patronal defienda la economía de mercado; es lo suyo. Pero se le debe exigir independencia política, capacidad representativa y operativa. Como no han pasado 100 días, dígase prudentemente que la propuesta de Rosell suscita dudas en todos los frentes. Al nuevo presidente de la CEOE le han dado un papel pautado y, en contra de la recomendación de Juan Ramón Jiménez, no ha escrito por el otro lado.

Si Rosell admitiese un par de proposiciones, modestas desde luego, se preocuparía en primer lugar de la transparencia en las cuentas. ¿Cuánto ingresa la CEOE por las cuotas de las empresas y sectores afiliados? ¿Bastan esos ingresos ordinarios para subvenir los gastos de la organización o sobrevive merced a otras ayudas públicas? Si hay dinero público por medio, deberían conocerse la cuantía y el destino. La segunda proposición es austeridad. Sería un magnífico gesto en tiempos de tribulación que la CEOE recortase sus gastos y su plantilla, rebosante quizá de asesores, consultores e informes externalizados.

No parece equitativo clamar contra la proliferación de liberados sindicales mientras se mantiene una estructura onerosa de funcionariado en la CEOE. Las empresas agradecerán la frugalidad y los ciudadanos, si acaso pagan parte de esa estructura, también. Dado que la patronal es partidaria de reformas, nada mejor que empezar por casa.

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