domingo, 7 de noviembre de 2010

Amigos. Amigas

Marta Mejía (La Vanguardia)

Tema: Psicología

Aunque hay muchos tipos de amistades y depende de cada persona, también es cierto que el sexo puede condicionar la manera de entender y manifestar esa amistad, sea entre ellos y ellos, entre ellas y ellas o entre ellos y ellas. ¿Qué hay de cierto en estas apreciaciones? Expertos y expertas coinciden en sus explicaciones.

A lo largo de la vida nos vemos envueltos en diferentes tipos de relaciones. Algunas, como las familiares, los compañeros de estudios, de trabajo y muchas otras de índole social, no las podemos elegir; en cuanto a las de tipo afectivo, normalmente se convierten en un vínculo legal. Y en el tercer tipo, las amistades, no median parentesco ni obligaciones pactadas. Estas últimas pueden empezar muy pronto y durar toda la vida, surgir en diferentes situaciones y casi de forma accidental. Algunas son difíciles de entender cuando parecen tener poco en común; otras, por el contrario, nacen cuando las personas encuentran inquietudes similares. Suponen la relación más íntima fuera de la familia.

Dice Francesco Alberoni , sociólogo italiano y habitual columnista del Corriere della Sera, que “se podrá dar la mutua simpatía con muchos conocidos; se podrá tener afinidad con personas que sabemos cómo piensan pero que no nos inspiran una confianza profunda; se dará también con algunos un sentimiento de solidaridad al tratarse de personas con vidas o creencias parecidas a las nuestras; se podrán dar amistades guiadas por el interés en cuestiones de negocios o política, que duran lo que duran los beneficios. Pero la amistad de verdad es la que se da entre dos personas que se muestran sin reservas y que desean y procuran el bien del otro, entre personas que con su lealtad y afecto se ganan la confianza y comparten parcelas y etapas de la vida”.

En general, “el rol de los amigos no se ha apreciado lo suficiente”, afirma Rebecca G. Adams, profesora de Sociología de la Universidad de Carolina de Norte. Tenemos mucha información sobre familias y parejas, poca sobre la amistad. Los amigos tienen con frecuencia un enorme impacto e influyen en el bienestar físico y psicológico. Pero los amigos son mucho más que una medicina. Te acompañan en tu evolución personal. Con un amigo íntimo vemos el mundo a través de otros ojos, vemos cómo enfrentan sus problemas, derrotas y triunfos. Compartimos sentimientos, opiniones y una historia en común sin que medien la biología ni la obligación.

Neus y Cristina son muy amigas, comen juntas mientras se cuentan las alegrías y las penas que han experimentado desde la última vez que se vieron. Carlos y Antonio también son muy buenos amigos; ellos se relajan cuando se van juntos a jugar al tenis los domingos por la mañana. Aunque existen muchas semejanzas entre la amistad masculina y la femenina, las escenas antes descritas reflejan los aspectos diferentes en función del género. Normalmente, ellas suelen destacar en su amistad la conversación y la puesta emocional en común, mientras que ellos dan más importancia a las actividades compartidas. Son reacios a expresar sentimientos; han sido socializados para ser fuertes, para solucionar sus problemas por sí mismos y para no pedir ayuda o apoyo por considerarlo una debilidad. Patricia O’Brien y Ellen Goodman, autoras del libro Sé lo que quieres decir: el poder de la amistad en la vida de las mujeres, afirman que si se tuviese una cámara, se podría filmar la diferencia entre sexos. Las mujeres se tocan más, se sientan más juntas, se centran en el compartir. Conversaciones próximas, aunque se hable a la vez, con numerosas interrupciones, tres conversaciones distintas, pero siempre se escucha todo y se está se está dispuesta a opinar. Algunos las describen como relaciones cara a cara; hablan, lloran juntas, se hacen confidencias. Suele ser una comunicación cercana y la confianza se construye a través de compartir miles de experiencias pequeñas que no son importantes, que simplemente forman parte de la vida.

La idea de amistad puede sugerir muchas bromas, especialmente cuando se trata de mujeres. Tarjetas edulcoradas como “eres mi mejor amiga”, una avalancha de mensajes electrónicos con anécdotas de amistad femenina a costa muchas veces de las relaciones de pareja y que normalmente finalizan diciendo “Envíalo a seis mujeres fuertes y sensibles”. Bien, pero, ¿y si tus amigas son débiles e indiscretas? Halagos floridos aparte, sus relaciones se basan en la escucha, el sentido del humor, en consejos, en expresión de sentimientos, autorrevelaciones y, todo hay que decirlo, conspiran juntas y se animan a emprender nuevas metas y aventuras, como afirma Melissa Healy, especialista en salud mental y colaboradora de Los Angeles Times. Por otro lado es frecuente el conflicto de expectativas poco realistas y no confesadas, dinámica que puede empezar a muy temprana edad cuando se forman alianzas con y contra chicas. Obligaciones no escritas pero asumidas de forma inconsciente como atender las necesidades de la amiga a costa de las propias, apoyar sin voz crítica y unas cuantas más. Algunos dicen que las mujeres experimentan la amistad de manera más intensa que los hombres y que cuando finaliza también acusan más la pérdida.

Pero veamos cómo definen ellos sus amistades: “Gracias a la relación con mis amigos, he crecido como persona, he aprendido a identificar y aceptar mis errores y he podido superar muchas dificultades; sin ellos creo que mi salud mental estaría en peligro”, explica Carles de 62 años.

“Íbamos al instituto cuando murió el padre de Luis. En ese entonces yo no sabía qué decir, pero él ya me había enseñado lo que era acompañar a un amigo en momentos difíciles, intenté hacer lo mismo. Nos sentamos en su habitación y recordamos historias de nuestra niñez, nos reímos y cuando él se quedó pensativo, nos quedamos en silencio. Años más tarde me acompañó cuando murió mi hermano y tres años después cuando murió mi padre. Y como yo en el instituto, él no hizo grandes reflexiones, simplemente estaba allí, dándome un espacio para estar, ayudando en algunos trámites y abrazándome en los funerales. La distancia ha hecho difícil que sigamos en contacto, pero no me preocupa porque sé que los años y las experiencias han curtido nuestra amistad”, describe Josep, actor y ensayista de 56 años.

“Quedamos para cenar, para ver partidos de fútbol, para practicar algún deporte, pero cuando nos vemos nos cuesta hablar de lo que realmente nos pasa o nos hace sufrir; nos ayudamos en asuntos de trabajo y económicos si hace falta”, agrega Esteban, de 39 años.

Geoffrey L. Grief, profesor de Trabajo Social de la Universidad de Maryland y que ha dirigido diversos estudios sobre amistades entre los hombres, asegura que con alguna frecuencia ellos confiesan su dificultad para establecer amistades, pero por otra parte las ven como grupos de referencia y una de las mayores fuentes de su red social de apoyo. En sus investigaciones, Greif encontró que en general se resisten a las relaciones demandantes, ya sean con esposas, novias o amigos hombres. Algunos investigadores sostienen que se mantienen en una distancia física y emocional debido en parte a la falta de modelos de rol y al temor a sentirse vulnerables. Como resultado establecen relaciones “hombro con hombro”, que involucran actividades que no exigen interactuar de forma más cercana e íntima. Y otros simplemente afirman que es más una cuestión de genes que de sexo. En cualquier caso, casi todos coinciden en que la amistad masculina encierra una fuerte dosis de lealtad y la disposición para luchar juntos si hace falta. Jeffrey Zaslow, columnista de The Wall Street Journal, define la amistad masculina “sin lágrimas pero no por esto menos fuerte”.

Todos los veranos desde hace 25 años Marcos se reúne con sus antiguos amigos de la facultad para una escapada de tres días. “Es un fin de semana sin juicios de valor, lleno de acción, a base de aventura, vamos a caminar, escalamos, pescamos. Lo que no hacemos es sentarnos en grupo, como hacen las mujeres, para compartir nuestros sentimientos más profundos”. Las amistades masculinas como estas son absolutamente típicas, pero no debería asumirse que son menos sólidas que las femeninas. Como afirma rotundamente Greif, no se trata de usar el paradigma femenino de la amistad, sería un gran error. En varios estudios sobre la forma en que los hombres empiezan, mantienen y cultivan sus amistades, concluye: “Quizás no somos tan expresivos en lo físico o lo emocional, pero conseguimos mucho apoyo de nuestros amigos. No tengo nada contra el modelo femenino, pero sí contra la insistencia en que todos deberíamos seguirlo. Para muchos hombres –y para algunas mujeres también– el respeto al silencio supone el verdadero apogeo de la amistad: también es un derecho”.

¿Y qué ocurre con las amistades entre ellos y ellas? Se afirma que pueden ser difíciles de mantener debido a la percepción de los otros. Existe la tentación de asumir que un hombre y una mujer en situación próxima están teniendo un affaire; sin embargo, las relaciones sin componente sexual son viables y sobre todo beneficiosas. A ellos les permite tener una relación más emocional de la que podrían tener con sus amigos hombres sin que lo tachen de delicados o afeminados. Y a unos y a otras proporciona una perspectiva diferente. En el cine generalmente involucran románticamente a los protagonistas dando al traste con la posibilidad de una relación de amistad. La película Cuando Harry conoció a Sally (Meg Ryan y Billy Cristal) era una ocasión perfecta para una historia de amistad, pero se empeñaron en enamorarlos.

Helen Mayer, de la Universidad Adelphi de Nueva York, concluyó que los hombres son más confiados que las mujeres. Sin embargo, en estas amistades, ellos tienden a ocultar sus debilidades y ellas a esconder sus fortalezas. En un estudio en la Universidad de Michigan con una muestra de 1.044 sujetos, una cuarta parte de ellos reportó tener una amistad sin componente sexual cimentada en fuertes sentimientos de lealtad y confianza. No sólo son posibles, sino que resultan necesarias y enriquecedoras. Aunque, por otro lado, muchos afirman que se trata de relaciones platónicas. Todo depende del prisma con que se mire y por supuesto de las experiencias al respecto. Un tema que puede resultar polémico debido a los estereotipos y mitos relacionados.

- Anécdotas.

El escritor R.L. Stevenson no pudo escribir la biografía de su mejor amigo porque la nostalgia se lo impedía. Beethoven quiso morir con una partitura de Mozart en sus manos, y afirmaba que “los amigos de su amado compositor eran sus amigos, y sus enemigos, sus enemigos”. Pero la culminación de la amistad fue la de Franz Schubert, cuya banda de amigos, conocida como las schubertiadas, se turnaba para albergar al compositor, beber con él y permitirle seguir componiendo música. “Entre amigos se dan la fuerza para poder crear”, afirma el escritor Eusebio Ruvalcaba, y añade que cuando los amigos se encuentran se enriquece el mundo.

- Un buen remedio.

En la búsqueda de una mejor salud mucha gente va al médico, al psicólogo o acude a los libros de autoayuda. Con frecuencia ignoran el remedio que ayuda a vencer la depresión, acelera la recuperación, retrasa el envejecimiento y prolonga la vida: los amigos. Los investigadores empiezan a prestar atención a la importancia de las amistades y las redes sociales en la salud. En un estudio durante 10 años en Australia encontraron que la gente mayor con un círculo amplio de amistades era un 22% menos propensa a morir que aquella que tenía pocos amigos, al menos mientras duró la investigación. En el 2008, investigadores de Harvard señalaron que los vínculos sociales ayudan a la salud del cerebro cuando envejecemos.

- Reacciones al estrés.

Laura Cousino Klein, profesora de Salud Bioconductual de la Universidad de Pennsilvania e investigadora de la UCLA, explica que durante 50 años se sostuvo la teoría que aseguraba que ante una situación estresante las personas sólo atinaban a pelearse o a escapar, y que estas conductas eran reacciones normales del organismo. Últimamente se ha descubierto que esas conductas son masculinas y que las mujeres reaccionan en forma opuesta. Esto no se sabía porque el 90% de los estudios de estrés se hacían con hombres. Ante el estrés, el cerebro de las mujeres libera grandes cantidades de oxitocina, sustancia que amortigua la reacción de pelear y escapar y las motiva, en cambio, a compartir emociones con otras mujeres y a cuidar de sus hijos. Cousino Klein afirma que esta reacción calmante no se da en los hombres porque la elevada cantidad de testosterona que producen al estar en tensión reduce el efecto de la oxitocina y por eso responden al estrés con hipertensión y comportamientos intensos.

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