domingo, 7 de noviembre de 2010

Reflexiones tras la resaca. Conservadores y progresistas son prudentes a la hora de sacar conclusiones de la derrota de Obama

Marc Bassets (La Vanguardia)

Tema: Estados Unidos

Ni euforia desatada entre los conservadores, ni depresión sin fondo entre los progresistas. En las elecciones del martes los demócratas de Barack Obama perdieron ante los republicanos la mayoría en la Cámara y vieron socavada la mayoría en el Senado. Superada la resaca, ni los vencedores ven el futuro con tanto optimismo ni los vencidos creen cercano el apocalipsis. Los progresistas creen que la nueva mayoría republicana en la Cámara puede obligar a la oposición a responsabilizarse de las decisiones, cosa que ha evitado desde que en enero del 2009 Obama llegó a la Casa Blanca. Los conservadores se toman la victoria con prudencia. Saben que lo que han ganado ahora pueden perderlo en las legislativas del 2012, que se celebrarán a la vez que las presidenciales. Todos prevén la posibilidad de una candidatura alternativa al presidente en las primarias demócratas.

- Las oportunidades de “la paliza” electoral. Center for American Progress, laboratorio de ideas próximo a Obama.

Los progresistas en Washington no niegan la “paliza” como dijo Barack Obama. No niegan que el programa de reformas económicas y sociales impulsadas por el presidente pueda descarrilar en los próximos dos años. Algunos demócratas tampoco niegan que los demócratas tienen que repensar muchas cosas tras un voto que se explica por el paro, sí, pero que también expresa un rechazo a las políticas de la Casa Blanca.

Pero, como decía esta semana, en un desayuno en el Center for American Progress, Jennifer Palmieri, miembro de este laboratorio de ideas, el más próximo a la Casa Blanca, “nunca nada es tan malo ni tan bueno como parece”. Palmieri trabajó en la Casa Blanca del demócrata Bill Clinton, cuya derrota en las legislativas de 1994 es el modelo en el que se espeja Obama. Clinton, al que muchos daban por acabado tras perder el Congreso, resucitó y ganó las presidenciales de 1996.

Jennifer Palmieri sostiene que, al controlar la Cámara de Representantes, los republicanos se verán obligados a asumir más responsabilidades. En la práctica cogobernarán con Obama: ya no podrán ser impunemente el partido del no como en los dos últimos años de mayoría demócrata. Si la economía no se recupera, o si EE.UU. recae en la recesión, la culpa no se achacará sólo a los demócratas. Palmiere sostiene, además, que en una situación de cohabitación como la que existirá a partir de enero, cuando se constituya el nuevo Congreso, la mayor visibilidad del presidente le permitirá apuntarse los éxitos. “Cuando el Congreso hace algo bueno, el crédito le corresponde al presidente”, dijo.

En el Center for American Progress, no existe el temor a que la ola republicana anticipe un dominio conservador duradero de la política estadounidense. ¿2012? “No veo a ningún republicano que pueda derrotar a Obama”, dice Palmieri, quien admite la posibilidad de que un demócrata –cita a Howard Dean– de la izquierda desafíe a Obama en las primarias.

¿Y más allá del 2012? La elección de republicanos como Nikki Haley, de origen indio, en Carolina del Sur, Marco Rubio en Florida o Susana Martínez en Nuevo México, ¿refleja futuros avances de los republicanos entre las minorías?

Ruy Teixeira, uno de los mayores expertos del país en demografía electoral, lo duda. Los hispanos votaron el martes menos que en las presidenciales del 2012, pero los que votan siguen apoyando masivamente a los demócratas. Y las proyecciones apuntan a que a mediados de siglo los blancos dejarán de ser la mayoría en EE.UU. Los progresistas creen que, si el Partido Republicano –blanco y percibido por muchos como un partido antiinmigración– fracasa a la hora de seducir al voto de la minoría más pujante, la hispana, los demócratas tienen garantizada la hegemonía durante decenios.

- Cómo aprovechar la segunda oportunidad. 'The Weekly Standard', semanario neoconservador.

Uno esperaría encontrar un ambiente de euforia en un almuerzo organizado entre otros por The Weekly Standard, el semanario que en EE.UU. articula una parte del pensamiento conservador. La derecha estadounidense, claro, está feliz: a fin de cuentas acaba de recuperar el control de la Cámara de Representantes y la exigua minoría demócrata en el Senado impide al partido del presidente Barack Obama tomar ninguna iniciativa sin contar con la oposición. Las dimensiones de la victoria tienen escasos precedentes en los últimos decenios.

Pero, como recordó ayer Susan Ferrechio, del diario The Washington Examiner, los electores no votaron tanto a favor del programa republicano como en contra de los congresistas en el cargo, y especialmente de los demócratas. Los republicanos, castigados en el 2008 tras los años de Bush, saben que están en un periodo de pruebas, que el electorado les ha ofrecido “una segunda oportunidad”, como han dicho algunos líderes del partido.

A esto se añade la irrupción del Tea Party, el movimiento conservador y populista. El Tea Party es una bendición para la derecha: ha impulsado a los republicanos durante los dos años que estuvieron a la intemperie, y ha movilizado a sus votantes. Pero también puede entrañar un peligro. “Tenías que hacer una campaña realmente discreta para perder”, dijo el columnista conservador Byron York, en alusión a la derrota de republicanos del Tea Party –demasiado excéntricos para el votante centrista– en un año fácil para los republicanos. Estas derrotas han alejado al Partido Republicano de la mayoría en el Senado.

Pocos de los participantes en el coloquio confían en que los nuevos equilibrios en Washington permitan superar la parálisis. William Kristol, director de The Weekly Standard e intelectual de cabecera de los neocon, cree que los republicanos pueden sacar ventaja del bloqueo: si la Cámara aprueba una ley y el Senado la bloquea, la culpa será de los demócratas, y si el Senado aprueba una ley, forzosamente deberá contar con el apoyo de ambos partidos. Ninguno cuenta con mayoría suficiente. En ambos casos, los republicanos podrán quitarse el sambenito de ser el partido del no, un inconveniente con la perspectiva de las presidenciales del 2012.

Como los progresistas, los conservadores piensan ya en las elecciones presidenciales. Kristol espera que haya un nutrido grupo de republicanos en las primarias. Michael Barone, uno de los analistas más respetados de la capital, no excluye que en las primarias demócratas a Obama le salgan rivales “en la izquierda antibelicista”. Cita a Howard Dean, ex gobernador de Vermont y candidato a las primarias demócratas del 2004. Pero precisa: “Aún creo que es improbable”.

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