domingo, 7 de noviembre de 2010

"Para nosotros, Ceuta es una cárcel”. La frustración de los inmigrantes atiza las tensiones en la ciudad autónoma

Fernando J. Pérez (El País)

Tema: Inmigrantes

Musa, de 28 años y nacionalidad senegalesa, está sentado en lo alto de una montaña de escombros en el puerto de Ceuta. Ha pasado los últimos ocho meses allí, mirando el Estrecho y la costa de Algeciras (Cádiz). “Ceuta es una cárcel para nosotros”, dice en francés en voz muy baja. Desde esa atalaya de desechos se domina el aparcamiento del puerto ceutí. Musa y otra veintena de subsaharianos, que han huido al ver a los periodistas, esperan su oportunidad para colarse en los bajos de un camión y alcanzar la Península. “Ayer casi lo conseguí, me metí en un camión sin que el conductor se diera cuenta, pero el camión no se montó en el ferry”, se lamenta.

La mayoría de ellos reside en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI), situado en las afueras de la ciudad autónoma. El centro, con 470 usuarios para 512 plazas, está concebido para estancias máximas de seis meses, pero la media de permanencia supera el año y medio y muchos de sus residentes llevan en él entre tres y cuatro años. Los residentes del CETI, un centro de carácter social, pueden deambular por Ceuta con total libertad, pero no pueden alcanzar la Península ya que la ciudad autónoma está fuera del espacio Schengen de supresión de fronteras interiores de la Unión Europea.

“Para todas estas personas, Ceuta no es el fin de su trayecto. Han quedado embolsadas en la ciudad y el alargamiento de la estancia les genera frustración”, afirma Carlos Bengoechea, director del CETI. Esta frustración se tradujo, el pasado septiembre, en una manifestación de senegaleses —la nacionalidad más numerosa del CETI— por el centro de la ciudad. Los inmigrantes se dirigieron luego al CETI y causaron un conato de motín. Desde entonces, antidisturbios del Cuerpo Nacional de Policía vigilan el recinto. Fuentes policiales temen que el descontento de los inmigrantes convierta al CETI en una olla a presión que reviente cualquier día. De momento, reina la calma.

El último incidente ocurrió la madrugada del pasado martes cuando un grupo de subsaharianos —“no más de media docena”, según dijeron fuentes de la Guardia Civil— se enfrentó a pedradas con agentes del instituto armado, que los disolvieron con pelotas de goma. “Es una situación que se da con cierta frecuencia. Unos nos apedrean para que otros logren subir a los camiones”, afirma un guardia. La carretera que separa la escombrera del aparcamiento de camiones atestigua las algaradas: está sembrada, aquí y allá, de casquillos de balas de fogueo.

En el CETI conviven 25 nacionalidades y hay 15 familias con niños y 12 mujeres gestantes. Bibian, somalí de 30 años, ha sido madre hace 15 días. “Llevo tres años aquí. Estoy perdiendo el tiempo”, afirma. La religiosa Paula Domingo, de la Asociación Elín, denuncia que “estar durante tres o cuatro años en un sitio en el que solo puedes comer y dormir a la espera de si te expulsan o te dejan ir a Europa es una tortura. Para ellos, el futuro se ha roto, y colaboramos con nuestros impuestos a su deterioro personal”.

1 comentario:

  1. Ahi deberan de quedar hasta que reconozcan de que pais vienen y que sus Estados reconozcan que los quieren de vuelta. No pueden entrar en España. Las normas son las normas y la Ley hay que cumplirla

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