martes, 9 de noviembre de 2010

Birmania da la espalda al régimen. Primeras elecciones en 20 años. Oposición y observadores extranjeros sitúan la participación por debajo del 50%

Isidre Ambrós (La Vanguardia)

Tema: Birmania

Dicen que no hay peor desprecio que la indiferencia. Ésta fue la respuesta que ayer dieron los birmanos a las amañadas elecciones legislativas convocadas por la junta militar con el fin de perpetuarse en el poder. Observadores de la oposición estiman la participación en torno al 30% y fuentes diplomáticas la sitúan entre el 30% y el 50%.

Más de veintisiete millones de birmanos estaban convocados ayer para ejercer su derecho de voto por primera vez en veinte años. Pero los que lo llevaron a cabo fueron muchos menos. En Rangún los colegios electorales, la mayoría de ellos en escuelas y otros edificios públicos, estaban prácticamente vacíos. Como testigos mudos de este simulacro de ejercicio democrático sólo estaban los responsables de las mesas electorales y los policías de
paisano que vigilaban que no se produjeran altercados.

La misma situación se vivía en Mandalay, la segunda ciudad del país. “No ha habido ni colas ni aglomeraciones para ir a votar”, señalan fuentes que prefieren permanecer en el anonimato. En cambio, los birmanos llenaron las pagodas en mayor medida que en otras ocasiones. “Hay menos gente por las calles que en cualquier otro domingo”, comentó el embajador británico en Birmania, Andrew Heyn.

Con este comportamiento, los birmanos lanzaron un claro mensaje a las autoridades de uno de los regímenes más opresivos del mundo. Le dieron a entender al actual presidente del país, el general Than Shwe, que su acérrima y odiada enemiga, la premio Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi, sigue gozando de gran predicamento entre la población.

La Dama, como la llaman los birmanos –ya que no se puede pronunciar su nombre, so pena de ser castigado por el régimen–, había llamado a boicotear estas elecciones y la consigna parece haberse seguido al pie de la letra. “Yo hubiera ido a votar si ella hubiera participado en las elecciones”, dice un estudiante, mientras mira a ambos lados de la calle para asegurarse de que nadie le observaba hablar con un periodista extranjero.

Suu Kyi –que en 1990 arrasó con su formación, la Liga Nacional por la Democracia (LND), aunque los militares optaron por ignorar el resultado de la urnas– denunció la convocatoria por considerarla una farsa. Junto a la plana mayor de su ahora ilegalizada formación y otros partidos de la oposición, pidió a la población que no fuera a las urnas. Denunció que los comicios eran una maniobra del régimen para perpetuar a los militares en el poder.

Razón no le faltaba a la Dama. La alambicada convocatoria favorecía descaradamente a los partidos progubernamentales. Las formaciones democráticas que en las elecciones de 1990 lograron el 90% de los escaños quedaron fuera de la ley y fueron disueltas. entre ellas la LND.

Ayer, los ciudadanos que fueron a votar se encontraron coartados. El sufragio no era secreto. Todo el mundo podía ver a quién votaban, lo que, unido a la presencia de vigilantes de paisano, intimidaba a los que querían ejercer su derecho a elegir a sus representantes libremente. Una situación que provocó que “haya habido casos de intimidación”, apuntó el embajador Heyn.

Esta situación impulsó ayer al presidente de EE.UU., Barack Obama, a declarar que “estas elecciones serán todo salvo libres y justas”, y reclamó la liberación de Suu Kyi y de los más de dos mil presos políticos.

El desarrollo de estos comicios para elegir a los miembros del Parlamento y a los representantes de las cámaras regionales también fue condenado por Londres, París y la Unión Europea, que denunció que estos comicios “no son compatibles con los estándares internacionales”.

Los colegios electorales cerraron a las cuatro de la tarde. Nadie sabe, sin embargo, cuándo se conocerán los resultados, pero se esperan para esta semana. Observadores de la oposición apuntaban anoche que la participación podría situarse en torno al 30%. Andrew Heyn la situaba entre el 30% y el 50%. Cifras inferiores al 60% calculado inicialmente por la oposición. Todo el mundo da por hecho, sin embargo, que los gubernamentales Partido para la Solidaridad y el Desarrollo de la Unión y Partido de Unidad Nacional serán los vencedores.

No obstante, la confirmación de estas cifras daría una victoria pírrica a estos partidos y situaría al régimen en una situación muy embarazosa. Anoche, las autoridades decidieron decretar noventa días de estado de excepción. Un gesto sospechoso.

- Expulsión del enviado de TV3.

Las autoridades birmanas expulsaron del país al enviado especial de TV3, Sergi Vicente, el pasado jueves. La policía le conminó a abandonar el país después de que Vicente hubiera entrevistado a uno de los principales líderes de la Liga Nacional por la Democracia (LND). Adujeron que su visado de turista no le permitía desarrollar tareas informativas. Sergi Vicente había optado por esta vía para informar de estas elecciones ante la prohibición de entrar al país dictada por el régimen de la junta militar a observadores internacionales y a representantes de los medios de comunicación extranjeros. Un periodista japonés también fue detenido ayer tras intentar cruzar ilegalmente la frontera que separa Birmania de Tailandia.

- Arroz a cambio de tecnología nuclear. La ayuda técnica de Corea del Norte al incipiente programa nuclear birmano preocupa a Estados Unidos y el resto de Asia.

En su reciente visita a Vietnam, la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, expresó su preocupación por la cada vez más estrecha relación entre Birmania y Corea del Norte, dos de las dictaduras más herméticas y aisladas del mundo. Una semana después, la junta de los generales birmanos recibía al ministro de Exteriores norcoreano, Pak Ui Chum. Era la primera visita de un alto mandatario del régimen estalinista desde que restablecieran relaciones en el 2007, tras catorce años de ruptura.

Poco se ha conocido de esta visita. Pero fuentes oficiales confirmaron que Pak Ui Chumse ha entrevistado con los principales generales del régimen birmano con el objetivo de estrechar las relaciones económicas y militares entre los dos países, según The Irrawaddy, una publicación sobre Birmania.

“Las relaciones entre los dos países tienen que ver especialmente con asuntos militares”, dijo un funcionario bajo anonimato, según la misma publicación. Una afirmación que confirma las sospechas de las potencias occidentales, especialmente de Estados Unidos, acerca de que el acercamiento entre los dos regímenes más aislados del mundo en los últimos años tiene su origen en la cooperación militar.

Desde los años noventa el jefe de la junta birmana, el general Than Shwe, aspira a emular al Amado Líder norcoreano, Kim Jong Il, en la medida en que ha logrado que Corea del Norte sea un país temido en la región, a fuerza de esgrimir la amenaza del arma nuclear. Así, Than Shwe quiere que su país sea el primero del Sudeste Asiático en disponer del arma nuclear y ganar influencia en la región.

Para financiar estas veleidades nucleares, los generales birmanos cuentan con los ingresos que les reportan la explotación de gas natural, piedras preciosas y madera, principalmente.

Según un informe hecho público por la Voz Democrática de Birmania, con sede en Oslo, los generales están dando los primeros pasos para desarrollar un programa nuclear para producir la bomba atómica con tecnología norcoreana. Según Sai Thein Win, un científico birmano que desertó tras trabajar en este programa, el régimen de los generales cuenta con una planta de procesamiento de uranio con fines militares, así como con dos fábricas para producir misiles adaptados para incorporar cabezas nucleares.

La junta militar ha llamado a las puertas de Pyongyang porque es otro país afectado por las sanciones internacionales y puede estar dispuesto a cooperar. El régimen estalinista de Kim Jong Il proporciona tecnología nuclear a cambio de obtener no sólo uranio para proseguir sus propios planes nucleares, sino también alimentos, como arroz o cereales, con que nutrir a su depauperada población.

Además, el régimen de Kim Jong Il también puede suministrar armas estratégicas, como diversos tipos de misiles y lanzacohetes. En abril del 2009, un barco norcoreano con lanzacohetes y otras armas atracó en el puerto de Rangún, Thilawa. Y en junio del mismo año la Marina estadounidense obligó a regresar a otro navío norcoreano sospechoso de transportar armas a Birmania.

Esta situación preocupa cada vez más a EE.UU. La Casa Blanca desconfía de las negativas del gobierno birmano acerca de cualquier cooperación en materia nuclear con el régimen birmano.

Este panorama también inquieta en Asia. Ni China, ni Japón, ni Corea del Sur, ni los países del Sudeste Asiático han expresado públicamente sus inquietudes, pero todos son conscientes de que si el régimen birmano se hiciera con el arma nuclear la inseguridad regional aumentaría considerablemente. Y situaría a China en una posición muy complicada, ya que mantiene buenas relaciones tanto con Birmania como con Corea del Norte, y lo que menos le interesa es la proliferación de armas nucleares en el continente.

El Gobierno birmano ha negado de manera reiterada cualquier cooperación en materia nuclear con Pyongyang, a pesar de que las relaciones entre ambos países se han estrechado. El diálogo se hizo público en julio del 2003, a raíz de la llegada a Birmania de una veintena de técnicos enviados por Pyongyang para asesorar en la construcción de una red de túneles con fines militares. Desde esta fecha, el diálogo ha sido cada vez más fructífero. En abril del 2007, se restablecieron las relaciones diplomáticas, rotas desde 1993, cuando agentes norcoreanos llevaron a cabo un atentado contra el entonces presidente surcoreano, Chun Doo Hwan, de visita en Rangún.

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