martes, 9 de noviembre de 2010

Cuando el sur era aún demócrata

Juan M. Hernández Puértolas (La Vanguardia)

Tema: Estados Unidos

Para la historia queda que en aquel 8 de noviembre de 1960, hace hoy 50 años, se disputaron las elecciones presidenciales más reñidas de la historia de Estados Unidos en cuanto a votos populares. En efecto, la diferencia entre el senador Kennedy y el vicepresidente Nixon no llegó a los 113.000 votos en un total cercano a los 69 millones de sufragios emitidos. Sin embargo, la victoria de Kennedy en el colegio electoral fue bastante más cómoda, aunque la desviación de unos miles de votos a Nixon en Illinois y Texas habría dado la victoria al candidato republicano.

En cualquier caso, bajo la perspectiva actual, lo que más llama la atención del mapa electoral de 1960 comparado con el de hoy es la deriva del sur del país hacia el Partido Republicano. Aunque el partido del elefante ya obtuvo la victoria en aquella ocasión en estados como Virginia, Tennessee o Florida, Kennedy se impuso en estados como las dos Carolinas, Georgia o Luisiana, hoy firmemente en manos republicanas. Tal fenómeno se debe fundamentalmente a la revolución de los derechos civiles, promovida durante las presidencias de los demócratas Kennedy y Johnson y que alcanzó su fase de ignición a inicios de los años 60 del pasado siglo. Hoy nos puede parecer increíble, pero hasta entonces los blancos del sur continuaban votando demócrata porque Abraham Lincoln, el presidente que emancipó a los esclavos procedentes de África y encabezó el bando ganador durante la guerra civil, era republicano.

También sorprende la evolución de los estados bañados por el océano Pacífico, con excepción de Alaska, tan republicano entonces como ahora, y de Hawái, netamente demócrata (recién conseguida la estatalidad, los comicios de 1960 fueron los primeros en los que participaron estos estados separados físicamente del resto del país). California, Oregón y Washington, los tres estados de la Costa Oeste en los que se impuso Nixon con claridad, han virado y vienen votando regularmente a los demócratas desde hace casi 20 años. Verdad es que Nixon era californiano, lo mismo que Reagan (de adopción), que también se impuso allí con comodidad, pero la razón de ese cambio es doble. Por un lado, California es un estado en el que los hispanos, los asiáticos y los afroamericanos superan numérica y conjuntamente a los blancos, una tendencia que el censo de este año sin duda acentuará. Por el otro, estos estados se caracterizan por una tolerancia social y cultural que los aleja cada vez más del Partido Republicano, lo que contrasta con el fundamentalismo de estados antaño competitivos para los demócratas como Kentucky, Oklahoma o Tennessee.

Lo que no ha cambiado mucho en estos 50 años es la afinidad por los demócratas de Nueva Inglaterra (al nordeste del país) y por los republicanos de los estados de las grandes llanuras del centro del país y de las Montañas Rocosas. Hay, con todo, excepciones; Vermont, lo más parecido hoy a un estado socialista en Estados Unidos, votó a Nixon, mientras que Nevada, por entonces muy conservadora, votó a Kennedy, probablemente gracias a la desinteresada ayuda de algunos amigos de su padre del sector del juego.

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