sábado, 13 de noviembre de 2010

Ejército de analfabetos. Sólo el 14% de soldados y policías afganos sabe leer, aunque nada más que textos cortos

Mónica Bernabé (El Mundo)

Tema: Afganistán

Sólo un 14% de los soldados y policías que se incorporan a las fuerzas de seguridad afganas pueden leer textos cortos, de por ejemplo un párrafo, y hacer multiplicaciones de un máximo de tres cifras. El resto, ni eso.

Ante este panorama, la Misión de Entrenamiento de la OTAN en Afganistán (NTM-A) ha lanzado un programa de alfabetización a contrarreloj, teniendo en cuenta que, para ceder el testigo al Gobierno afgano –y en consecuencia, que las tropas internacionales se puedan retirar de Afganistán–, la capacidad de sus fuerzas de seguridad será un requisito básico. Y de momento, con un Ejército de analfabetos no parece que el país pueda llegar muy lejos.

La OTAN celebrará el 19 y 20 de noviembre una cumbre en Lisboa en la que pretende acordar, entre otros aspectos, un programa para la transición en Afganistán. O sea, para que el Gobierno afgano tome verdaderamente las riendas del país y las fuerzas extranjeras desplegadas allí puedan irse cuanto antes. Sin embargo, cuando tal programa ni siquiera se ha aprobado, la OTAN ha tropezado ya con la primera piedra: el analfabetismo casi generalizado de la policía y Ejército afganos.

Las cifras son realmente escandalosas, aunque reflejan, ni más ni menos, la realidad del país. El 75% de los efectivos del Ejército y policía afganas no pueden leer ni escribir, aunque ese porcentaje mejora cuanto más elevado es el rango. Por ejemplo, la mayoría de los oficiales (el 93%) están alfabetizados, y un 30% de los sargentos. En cambio, entre los reclutas, sólo el 19% y ésos tampoco son grandes literatos.

Michael J. Faughnan, que se encarga del programa de alfabetización de NTM-A, explica que desde hace cuatro o cinco meses obligan a todos los nuevos alistados a hacer un examen homologado por el Ministerio de Educación afgano, para saber cuál es su nivel de alfabetización. «Sólo el 14% está en el nivel tres», asegura. Es decir que pueden leer textos cortos y hacer multiplicaciones de tres cifras. El nivel del resto es incluso inferior.

El programa de alfabetización de NTM-A cuenta precisamente con tres niveles. El tres es el más elevado y prevé la realización de 120 horas de clase durante nueve meses.

Los otros dos son niveles extremadamente básicos –o sea, se trata de empezar casi de cero, aprendiendo el abecedario– y también duran un tiempo similar. Aparte, también se ha puesto en marcha otro tipo de cursos acelerados, consistentes en hacer seis horas de clase cada día durante cuatro semanas.

«Hace 10 días no sabíamos ni cómo era una letra y ahora ya las identificamos todas», asegura un soldado en unos de esos cursos a la carrera en Kabul. Junto a él, 23 soldados más ocupan el aula con cara de aplicados. Todos se quejan, no obstante, de que el curso es demasiado corto y que lo que han aprendido se les olvidará pronto una vez dejen de hacer clase.

Faughnan considera que el programa de alfabetización –en marcha desde septiembre de 2008, aunque ahora se ha mejorado y se quiere que sea obligatorio para todos los alistados– es uno de los más importantes de la misión. «Para aprender a disparar un fusil, no se necesitan grandes conocimientos de letras», afirma. Sin embargo, añade, la cosa se complica cuando se pretende enseñar a los efectivos afganos a hacer, por ejemplo, una investigación criminal. Y ya ni hablar de redactar rutinarios informes policiales. Ahora muchas veces ni se hace.

Hasta septiembre, 28.534 soldados y policías asistían a clases de alfabetización. En diciembre la OTAN espera que esa cifra llegue a los 50.000, y que se duplique en julio del año que viene.

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