sábado, 13 de noviembre de 2010

Pompeya cae sobre Berlusconi. El reciente derrumbe en la joya arqueológica es una metáfora de la grave crisis política italiana

Eusebio Val (La Vanguardia)

Tema: Italia
En el hemiciclo del palacio de Montecitorio, sede de la Cámara de Diputados italiana, se habló ayer del reciente derrumbe de un edificio en el tesoro arqueológico de Pompeya. Pero en los pasillos del Parlamento la conversación versaba sobre otro desmoronamiento, la crisis política cada día más grave que puede hacer caer muy pronto a la coalición de centroderecha de Silvio Berlusconi.

En Roma se respira un ambiente de fin de imperio, una situación en la que no escasean los elementos de decadencia. Salen a la luz vicios privados y escándalos en las altas esferas. Un terreno abonado para la sátira. Hay denuncia de traiciones. Se efectúan ajustes de cuentas. Surgen llamadas a la resistencia, también confesiones de desánimo.

Lo sucedido en Pompeya, donde se vino abajo el pasado sábado la domus gladiatoria (casa de los gladiadores), supone una buena metáfora de lo que está ocurriendo en Roma. El desastre arqueológico da una imagen de abandono y desidia, equiparable a la actitud que muchos –Iglesia y patronal incluidos– reprochan a una clase política ajena a los problemas reales y consumida por querellas internas y por el eterno debate sobre la continuidad de Berlusconi.

La domus gladiatoria era uno de los edificios emblemáticos de las ruinas de la antigua ciudad, destruida por la erupción del Vesubio en el año 79 de nuestra era. La oposición parlamentaria presentó una moción de censura contra el ministro de Actividades y Bienes Culturales, Sandro Bondi, quien se negó a dimitir. Bondi, un poeta ex comunista que fue seducido hace años por Berlusconi y es uno de sus servidores y propagandistas más leales, dijo que la desidia hacia el patrimonio cultural viene de lejos, que no es responsabilidad de este Gobierno, y admitió que puede haber otros derrumbes en Pompeya.

El acoso a Bondi es también una metáfora del asedio a Berlusconi, que adquiere tintes cada vez más dramáticos. El brazo derecho del primer ministro, el subsecretario Gianni Letta, siempre prudente e imperturbable, admitió ayer que el Ejecutivo puede tener una vida muy corta. Nadie en este momento cree que la legislatura pueda llegar a su término natural, en la primavera del 2013. Es posible que Gianfranco Fini, presidente de la Cámara de Diputados, ex delfín de Berlusconi y ahora acérrimo adversario, retire hoy mismo a sus hombres aún en el Gobierno –un ministro, un viceministro y dos subsecretarios, todos ellos en el nuevo partido Futuro y Libertad para Italia (FLI)–. Puede que el Gobierno no caiga todavía, que aguante hasta que se aprueben los presupuestos, por el temor a una especulación salvaje de los mercados financieros sobre la deuda italiana.

Es una Pompeya diferente. Berlusconi quizá no muera sepultado por la ceniza. Sus enemigos quieren derrumbarlo por desgaste, quemarlo a fuego lento.

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