lunes, 15 de noviembre de 2010

El uso de colonos en la represión agrava el conflicto saharaui. Marruecos aprovecha los recursos de la ex colonia española y divide a su población

Isabel Ramos Rioja (La Vanguardia)

Tema: Saharauis

¿Podrá superar la población del Sáhara Occidental las brechas que ha abierto la violencia desatada en El Aaiún y sus alrededores esta semana? El desmantelamiento por la fuerza, al amanecer, del campamento que los saharauis habían montado para reclamar mejoras en sus condiciones de vida; las manifestaciones y actos vandálicos contra edificios de la Administración marroquí en la capital administrativa del Sáhara Occidental y mobiliario urbano, y la represión y caza al saharaui que se desató, según fuentes saharauis y españolas presentes en la ciudad, pasarán factura. “No habrá guerra civil”, asegura, sin embargo, el analista político y subdirector del semanario Tel Quel Karim Bujari.

Los actores no están alineados en dos únicos campos enfrentados. Son múltiples. Están los saharauis de pura cepa y partidarios de la independencia que buscó por las armas el Frente Polisario, aunque no pertenezcan a este movimiento. También están los saharauis que, por convicción o por una cuestión práctica, están de acuerdo con la integración total o con una amplia autonomía y son mimados por Rabat. Y, por otra parte, los saharauis retornados de los campos de refugiados de Tinduf, en Argelia, que Marruecos ha acogido como al hijo pródigo pero son mal vistos por gran parte de la población.

En el lado marroquí se encuentran los llegados con la marcha verde en 1975 y los desheredados que han ido sumándose durante casi 35 años a una repoblación del territorio desértico en el que Rabat ha enterrado billones de dírhams en gasto militar, infraestructuras y la compra de voluntades saharauis. Por su parte, Marruecos está embolsándose los beneficios de la pesca y los fosfatos.

La vuelta de tuerca en este enésimo enfrentamiento en el Sáhara Occidental ha sido la utilización por parte de las fuerzas de seguridad de los colonos marroquíes para atacar a los saharauis, en este caso sin hacer distinciones de ningún tipo. “Estamos desengañados porque la autoridad local ha ordenado a las milicias que ha formado con colonos que entren en las casas y hagan lo que quieran”, declaraba dolido R.M., de Codesa, organización de defensa de los derechos humanos.

“No habrá una guerra civil –afirma Bujari–, pero sí incomprensión y tensión por parte de unos y otros. Los marroquíes del norte sienten que los saharauis son unos privilegiados que no trabajan y quieren vivir a costa del Estado: casas gratuitas, pensiones, ventajas sociales...”. Además, explica Bujari, los marroquíes “piensan que los saharauis han matado a policías y gendarmes. Seguro que las incomprensiones y la tensión entre las dos partes van a continuar”.

La prensa marroquí ha tildado a los saharauis de mercenarios, vándalos y terroristas. “Nosotros –declara Gimi al Galia, de la Asociación de Víctimas de Violaciones Graves de los Derechos Humanos– vivimos en cohabitación con nuestros hermanos marroquíes, a pesar de las desapariciones y la separación de las familias [el conflicto ha dejado a unos a un lado del muro construido por Marruecos y a otros en los llamados territorios liberados o en los campos de refugiados de Tinduf]. Las fuerzas de seguridad los han implicado en los enfrentamientos. Denuncio la violencia de todas las partes. Los actos violentos contra edificios administrativos en El Aaiún se produjeron cuando se enteraron de que habían atacado a las mujeres del campamento, que eran mayoría. Es una lástima que nos enfrenten así”.

- Los frentes abiertos de la diplomacia española.

La diplomacia española tiene varios frentes abiertos desde que el pasado lunes se produjeron los violentos incidentes en El Aaiún y el campamento de Gdaim Izik. Y en todos ellos, aseguran fuentes del Ministerio de Asuntos Exteriores, están trabajando. El último y ahora más urgente es garantizar la integridad física de los tres activistas prosaharauis que se encuentran en la ciudad, acompañados por un ciudadano mexicano, que también debe abandonar el territorio. Todos ellos se encuentran refugiados en hogares saharauis y, como explicaba Isabel Terraza, de la Fundación Sáhara Occidental, no piensan salir mientras no tengan la seguridad de que no les van a “tocar ni un pelo”. Fuentes gubernamentales españolas afirman que ya se han puesto en contacto con ella, a pesar de que había lamentado el desamparo en el que las autoridades de su país la habían dejado. A pesar de que el viernes se había anunciado que el cónsul de España en Rabat, Rafael Jover, iba a desplazarse a El Aaiún, finalmente no lo hizo. Habría sido una manera de reconocer implícitamente la soberanía de Marruecos sobre la antigua colonia española en disputa.

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