martes, 16 de noviembre de 2010

‘Papa don’t peach’

Llucia Ramis (El Mundo)

Tema: Elecciones

Al llegar al autocar del partido, nos regalan melocotones. Son de Calanda. José Montilla comparó este fruto con Convergència: estatuario por fuera, con pulpa soberanista y hueso independentista, ojo no se atragante. Dudo que el símil sea acertado: el melocotón es suave, dulce, jugoso y fructífero, todo lo contrario que el PSC, Pesaditos y Sosainas Concentrados.

Un periodista de la caravana lamenta que el candidato no equiparara a CiU con una gamba de Palamós, así nos invitarían a una mariscada. Yo me alegro de que no dijera que CiU es una caca. En anglosajón, estaríamos ante un caso de impeachment, por el que se puede procesar a un alto cargo público. Lo digo por lo de peach.

Las previsiones de victoria son directamente proporcionales al polideportivo en el que se celebra un mitin, y el de Viladecans es muy pequeño. Incluso a Rubalcaba le ofrecieron más espacio en Tarragona.

Por si fuera poco, el público no está convencido. A la pregunta ¿quién ganará?, responde Miguel Hernández, afiliado desde el 82 y devoto de Ernest Lluch: «Lo veo muy igualado», eufemismo de lo que contestan los demás, que lo llevan claro. Antonio, 30 años de militancia: «Montilla se ha dejado arrastrar por Carod-Rovira y Artur Mas; se lo han llevado al huerto, no sabe imponerse». Pilar, enfermera con una cadenita de la Virgen: «Estamos aislados de España por culpa de los separatistas de ERC, y CiU va de prepotente; el PSC siempre será más moderado porque depende de Madrid, Zapatero me parece cojonudo, pero le ha tocado bailar con la más fea; hace lo que le dejan». Todos abominan del tripartito y, si no hay derrotismo en su actitud, sí hay una resignación que se le parece.

Suena el All together now y empieza el acto. Porque no es más que eso, ni fiesta ni espectáculo. En el cartel, el rojo viste de azul. Y eso que la foto es en blanco y negro; le han pintado la chaqueta, que le va que ni eso. Delante de su propio retrato, adecuadamente recortado por la frente para que no se le vean las ideas, Supermonti El Normal da su discurso. Ha aprendido mucho desde los últimos comicios y ya no necesita leer la lección para interpretarla. Es capaz de decir «estoy animado», aunque no tanto de expresarlo. Está obsesionado con el Príncipe Artur y actúa como si ya estuviera en la oposición. Esto es: atacando. Asegura que en su mandato ha conseguido repartir la riqueza sin especificar quién se la ha quedado y anima al público con preguntas de concierto (o desconcierto): ¿Izquierda o derecha? ¿Estatut o Independencia? ¿Progreso o recortes? Pasapalabra. La idea era pasarle el guante a Zapatero y en lugar de eso, le ha soltado un guantazo.

Pero el presidente no está para obleas y justifica que no fuera a la consagración de la Sagrada Familia porque «no pretenderá Rajoy que hagamos las leyes que quiere el Papa». Y uno de sus colaboradores se sorprende porque acaba de recordar que comulga con los zurdos. Por lo demás, ZP da el titular y así justifica el viaje. Sin embargo, su tono es el de quien cumple un trámite. Siguiendo con la metáfora agrícola, la importancia de este mitin ha sido la de un pimiento. Ni siquiera tiene hueso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario