domingo, 14 de noviembre de 2010

‘Cruzando el límite’

Cayetana Guillén Cuervo (El Mundo)

Tema: Cultura

Es la ópera prima de Xavi Giménez. Una llamada de atención. Una puesta a punto. Una puerta a la reflexión. Una paliza. Un callejón sin salida. Un espejo. Una patada en el estómago. ¿Una fábula? ¿Un cuento? No. La mismísima realidad contada desde la ficción para poder meter el dedo en la llaga. Porque la vida duele. Y a veces se nos va de las manos. No saber gestionar el amor hacia un hijo que lo es absolutamente todo para ti y al que sin embargo, haces daño. Tu manera de hablar, de callar, de mirar, de reírte, no es exactamente lo que él espera y su respuesta no cumple tus expectativas. Las distancias se alargan. Los silencios se tensan. Un hijo adolescente en plena búsqueda y un padre que ejerce su responsabilidad como puede. Y lo mejor que sabe. Pero eso no vale. Y entonces la vida se desestructura. Se oscurece. Se quema en obsesiones escondidas en algún rincón de la memoria. Porque hay que hablar, hay que tocarse, mirarse y escuchar. Ponerse en el lugar del otro. Día a día. Mucho antes de que sea demasiado tarde.

Xavi Giménez, director de fotografía de Ágora, Darkness, Transsiberian, Hipnos o El camino de los ingleses, salta a la dirección y sumerge su cámara en un centro de educación que pretende reintegrar en la sociedad a base de métodos controvertidos a jóvenes con dificultades. Centros que procuran transmitir valores entre los que la jerarquía, el orden y la sumisión ocupan un lugar prioritario, donde la meta es lavar el cerebro de quien no supo adaptarse a las normas de convivencia establecidas. Educar en jaulas y a veces, con subvención. Porque lo más escalofriante del tema es que de nuevo la realidad supera a la ficción y estos sitios existen y se reparten por el mundo entero. Porque si el chico no ha cruzado el límite y no delinque, el Estado no tiene cómo ayudar a esa familia descompuesta por una actitud irresponsable, insultante, insoportable, violenta, pero que permanece dentro de la legalidad, como estos lugares privados de adiestramiento donde se utilizan métodos que tienen su punto de referencia en las academias militares norteamericanas, donde aplican el llamado boot camp, que incluye esposar a la espalda y echarlos al agua, correr varios kilómetros bajo un sol cegador u obligarlos a marchas forzadas. Resulta desgarrador comprobar que, una vez más, el ser humano soluciona sus cuitas sin pasar por la única opción que haría posible la paz. Comunicarnos. Hacer saber al otro quién eres y lo que necesitas para estar bien en este mundo.

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