domingo, 14 de noviembre de 2010

Evgueni Pasternak: "A mi padre le rompieron el espinazo". El hijo de Boris Pasternak presenta la nueva edición española de ‘Doctor Zhivago’

Emma Rodríguez (El Mundo)

Tema: Cultura
El escritor fue obligado por las autoridades soviéticas a renunciar al Premio Nobel.

Imposible recordar sin estremecerse algunas de las escenas de Doctor Zhivago, imposible no rememorar las inevitables lágrimas ante la tempestuosa y trágica historia de amor entre Yuri y Lara (Omar Sharif y Julie Christie), que se encuentran y desencuentran mientras la Revolución llama a las puertas y todo está a punto de cambiar.

La película Doctor Zhivago, de David Lean, inmutable en el imaginario colectivo, fue la mejor carta de presentación de Boris Pasternak ante el gran público. Traspasó fronteras y llamó la atención sobre las circunstancias del pueblo ruso y sobre el via crucis de su autor.

Pero la emoción que despertó el filme, que curiosamente fue rodado en Soria y Madrid, se agiganta al adentrarse en las páginas de una novela que ahora llega a los lectores españoles en la primera traducción realizada por Marta Rebón directamente del ruso a partir del texto definitivo fijado por Evgueni Pasternak, el hijo del escritor.

Evgueni estuvo ayer en Madrid, acompañado de su mujer, Elena, gran especialista en la obra de su suegro, y de su nieta, Anastasia. Toda la familia volcada en arropar la edición de Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores. Una edición necesaria para acercarse a la grandeza de una novela cuyo alcance va mucho más allá de la historia de amor que narra e incluso del momento histórico que recrea.

«Toda la gran literatura rusa, desde Puskhin a Tolstoi, intenta plasmar el latido de la Humanidad a través del sentir de un solo hombre, y en eso mi padre no es la excepción. Él mismo me dijo que lo que le importaba con esta novela era hablar del destino del mundo», señaló quien recibiera en 1989 los honores del Premio Nobel al que 31 años antes había tenido que renunciar Borís Pasternak.

La historia de la novela es, de hecho, uno de esos tristes, grotescos, rocambolescos, capítulos en los que la literatura se enfrenta al poder totalitario. Un episodio más de la persecución a la que fueron sometidos tantos escritores en la etapa de Stalin y en sus postrimerías. «La Academia sueca concedió a mi padre el Nobel por el alcance de su poesía y por la continuación de las nobles tradiciones de la gran prosa rusa, pero una campaña muy bien orquestada por los ideólogos del régimen provocó una enorme ola de ira popular».

Así vuelve a relatar Evgueni Pasternak cómo el gobierno soviético –liderado entonces por Kruschev– prohibió al escritor recibir el máximo galardón de las letras a nivel mundial con el argumento de fondo de que era un intento de poner en un aprieto a la Unión Soviética.

Con anterioridad se había prohibido la obra por considerar que criticaba los principios del comunismo y fue la traducción italiana de Feltrinelli la que la puso en manos de los lectores europeos, mientras los rusos intercambiaban ejemplares mecanografiados en la clandestinidad.

Tachado de subversivo, temeroso ante la posibilidad de tener que abandonar su país y ante el destino de sus seres queridos, el escritor optó por la renuncia enviando una carta de disculpa a la Academia Sueca.

La combinación de arte, amor, política y espiritualidad convierten Doctor Zhivago en una novela apasionante, capaz de atrapar los claroscuros de la vida. La autenticidad y la verdad que se desprenden de sus páginas tienen que ver con el talento y la humanidad del escritor, pero también con su propia trayectoria vital. Pasternak se inspiró en su relación extramatrimonial con Olga Ivisnkaya, su gran amor, para plasmar la aventura de Yuri y Lara. Olga, que acabó siendo su editora, se implicó hasta el fondo y sufrió a su lado el hostigamiento dictatorial.

Un hostigamiento especialmente duro cuando se publicó en las páginas del Daily Mail, sin consentimiento del autor, un poema titulado precisamente Premio Nobel en el que expresaba su desazón: «Estoy perdido, bestia acorralada./ A lo lejos, libertad, hombres, luz / A mi lado, los gritos de acoso/ y no tengo ninguna salida...».

Evgueni Pasternak recordaba el estado de ánimo de su padre entonces: «la cara desfigurada, pálida, el gesto inseguro, como si le hubieran roto el espinazo», lo visualizaba en la última etapa de su vida refugiado en las traducciones de grandes autores como Shakespeare y hacía hincapié en su humanismo.

«Doctor Zhivago fue el último cuplé de mi padre, donde vertió todas las grandes ideas que acumuló a lo largo de su vida. El protagonista no da importancia a los bienes materiales, en aras de su espiritualidad es capaz de sacrificar su propia vida por el bien de los demás. Muchos de los problemas que se plantean siguen estando vigentes».

«Son esos principios cristianos los que más interesan a los jóvenes lectores rusos, a los pocos que leen, porque desgraciadamente mi generación está muy ocupada en arreglar su propia vida en tiempos de dificultades», señaló Anastasia, la bisnieta del autor.

Acompañando a la familia Pasternak estuvieron ayer los especialistas José María Ridao y Mercedes Monmany, quienes destacaron, entre otras cosas, el acierto de incluir los poemas que Pasternak hizo escribir a su protagonista como parte de la novela y no como un anexo. «Se trata de piezas de belleza intimista que defienden al individuo », señaló Ridao.

«Nunca nos hemos sentido especialmente apoyados por las autoridades rusas en la defensa del legado de Pasternak», concluyó su hijo. «Si sus libros se reeditan es porque el pueblo los reclama, no el Estado», dijo, sin dejar de agradecer que la que fuera su casa sea hoy su museo.

- Una película con pocas semejanzas.

Nadie podía olvidar la película basada en la novela de Pasternak que ahora florece ante los lectores con la traducción que se merece. «La película no tiene nada que ver con la novela, son dos lenguajes, dos enfoques totalmente diferentes», declaraba el hijo. «Recrea el ambiente de aquella época [el advenimiento de la Revolución] y refleja algunas ideas básicas», se mostró más suave Elena, su mujer y gran especialista en la obra de su suegro. «Lo peor», dijo, «fue el culebrón televisivo que tuvimos que soportar en Rusia», puso la nota de humor. «Es dificilísimo llevar a la gran pantalla toda la hondura y matices de la novela», matizó Anastasia, la bisnieta.

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