jueves, 18 de noviembre de 2010

Joan Puigcercós: “Para no hacer nada no tiene sentido tener las ‘mans netes’”

Quim Monzó, Sergi Pàmies (La Vanguardia)

Tema: Elecciones

En la sede de Esquerra Republicana hay dos salas de reuniones. Una con paredes de color rojo y otra con paredes de color yema de huevo. Joan Puigcercós (Ripoll, 1966) nos recibe en la sala yema de huevo. Le gusta la montaña, el deporte y el Barça. Más que culé es antimadridista. Si se jugara un partido entre el Real Madrid y la Guardia Civil, iría a favor de la Guardia Civil, afirma. Nos ofrece agua mineral Sant Aniol. ¿Por qué esta marca? Porque está etiquetada en catalán.
- El día 28, cuando vaya al colegio electoral, ¿qué votará?

- Esquerra Republicana de Catalunya.

- ¿No ha dudado nunca?

- Tengo que reconocer que cuando te pones delante de la mesa y ves tantas papeletas, hay un momento de cierto nerviosismo cuando no encuentras la tuya. Y piensas: si no la encuentro yo, no la encontrará nadie. Pero, dudar, no he dudado nunca.

- ¿Qué puede aportar al cargo para el que se presenta?

- Creo que puedo aportar mans lliures. No debo nada a nadie y estoy acabando de pagar la hipoteca. Puedo aportar mans lliures, valentía y un conocimiento de la realidad más profundo que otros candidatos.

- Cuando Carod era el candidato decía que llevaba las mans netes. Ahora veo que son lliures...

- Podría decir lo mismo. Mans netes i lliures. Digo lliures porque, en definitiva, lo que a la gente le importa es que las tengas lliures para hacer lo que hay que hacer. Tenerlas limpias y acabar no haciendo nada, no tiene demasiado sentido.

- ¿Tiene alguna expectativa más allá del cargo de presidente de la Generalitat o es lo máximo a lo que aspira?

- President es lo máximo. Es lo que nos diferencia de otras zonas del Estado, donde lo máximo es ser ministro. No diré que no haya catalanes para los que lo máximo sea también ser ministro, pero, para quien se cree este país, lo máximo es ser president. Pero aún hay otra cosa por encima: ser presidente de la Catalunya independiente, aunque de momento todavía no hemos llegado a eso.

- Por primera vez liderará la candidatura de ERC. ¿Ha sido duro esperar tanto tiempo?

- No. De hecho creo que me ha tocado demasiado pronto.

- ¿Demasiado pronto? ¿Habló con Carod para que se volviera a presentar?

- No. No soy de los que se planifican la vida: la vida viene. A veces tienes la sensación de que la vida es ir con un coche a toda velocidad y de repente te encuentras con los coches que van delante. ¿No? Puede que alguien diga que ya soy mayorcito, que tengo 43 años, pero creo que me he preparado a conciencia. He estado en todos los niveles de la política: local, Madrid, he conocido el gobierno por dentro, parlamentaria, he conocido el país...

- Si los sondeos aciertan, liderará por primera vez la candidatura de ERC y ERC perderá un montón de escaños. ¿A quién le echará la culpa?

- A nosotros mismos.

- Muchos de los que en otras elecciones votaron ERC, dicen que esta vez no lo harán. ¿Cómo intentará volverlos a seducir?

- En estos últimos cuatro años, lo que ha habido en este país es sobreexcitación. Eso se ha debido a dos causas. En primer lugar, a mucha gente no le ha gustado tener un presidente que se llame José Montilla. Lo puedo entender pero no lo comparto. La segunda sobreexcitación es que el principal partido de la derecha catalana se ha quedado prácticamente sin sillas y eso ha creado tensión en un país que en estos últimos cuatro años ha cambiado mucho, para siempre. Un millón doscientos mil inmigrantes es un cambio monumental y nos tenemos que reconstruir como país. Hemos puesto las bases para hacerlo, sin perder de vista dos cosas vitales, por las que entré en política: la lengua catalana y la gente trabajadora. La sentencia del Constitucional cierra una etapa que se abrió con el pacto del Tinell. Bien, ahora abrimos otra y a ver cómo los catalanes nos ponemos de acuerdo, sin que decidan por nosotros.

- Ha dicho que puede entender –pero no comparte– que haya gente a quien no le guste que haya un president que se llame José Montilla...

- Puedo entender que hay gente en este país, sobre todo de cierta edad, que después del franquismo creyó que Catalunya volvería a ser la misma que en los años treinta. Es comprensible. La Catalunya de los años treinta vivió una eclosión cultural y política sin precedentes. Luego llegó la dictadura, que no sólo es gris, sino que además es castrante. Con la dictadura se produce un fenómeno migratorio de otras partes del Estado, Catalunya cambia su fisonomía, empieza una recuperación democrática... Había quien creía que todo volvería a ser como en los treinta, y no sólo no ha sido así, sino que ahora tenemos una nueva ola migratoria. Catalunya ha cambiado y esa gente no lo quiere aceptar. Puedo entender que no quieran aceptarlo, pero es un error. Catalunya es otra. Dicho de otro modo: el peor enemigo de la Catalunya libre es la Catalunya pura.

- Ya se habla sin miedo de la posibilidad de independizarse y el independentismo se presenta a las elecciones disgregado: ERC, Reagrupament, Solidaritat...

- Ha habido una actitud de sobreexcitación que ha acabado provocando el simplismo. Hay gente que dice que en enero seremos independientes. No va por ahí. No sé si seremos independientes, pero ahora tenemos una posibilidad que antes ni divisábamos. Habrá que trabajar, convencer a muchos, ser capaces de hacer ver que es compatible sentirse español y querer una Catalunya independiente.

- ¿Qué pasó con Carretero?

- Creo que consideraba que el partido no cumplía lo que él defendía y sus expectativas y decidió irse. ERC no es un convento de clausura. Es un partido político. La gente ya es mayor para entrar y salir.

- Antes comentaba que la condición de candidato le había llegado demasiado pronto, que no lo había previsto. ¿De pequeño soñaba con ser político?

- Mi sueño de pequeño era ser carpintero. No tiene nada que ver con que el padre de Jesús lo fuera. Siempre me ha extasiado la madera, la ebanistería. De pequeño me llevaron a ayudar a un carpintero que hacía los muebles de casa y me extasió. Hay niños que sueñan con ser astronautas, futbolistas, bomberos... Nunca me había visto de presidente. Claro que, cuando yo era pequeño, la Generalitat estaba en el exilio, pero bueno...

- Y, desde la experiencia, ¿cree que la vocación política es innata?

- Se aprende. Mi padre era militante socialista, de CC.OO. En casa siempre se ha respirado política. Más que la política, lo innato es una actitud de servicio, aunque no a todo el mundo le ocurre. Y te tiene que interesar lo que les pase a los demás.

- ¿Cuál es la línea que separa el servicio a los ciudadanos y la ambición?

- Sin ambición difícilmente puedes defender nada. Ha habido políticos sin ambición personal. Gente que, por circunstancias de la vida, tiene que asumir un rol político en un momento dado. Y lo asume. Yo de pequeño no aspiraba a ser político, pero la política siempre me interesó. No soy de los que dicen que pasaban por ahí.

- Y, con esa vocación, ¿se ha encontrado alguna vez con gente que le dice que no se cree nada de lo que le cuenta?

- Nunca. Pero sucede que suelo ser bastante crudo con la gente. Explico lo que hay. Hace poco me encontré por la calle a una persona que me dijo: “Si te voto, ¿qué me darás?”. Y yo le contesté: “Nada”. Y se enfadó. “No te daré nada, no tengo que darte nada, yo defenderé lo que crea, pero no te daré nada.” “Pues hay candidatos que dan cosas”,me dijo. “Pues vete con otros candidatos. ¿A mí qué me cuentas?”. Puede que los que estamos en la política hayamos creado la sensación de que a veces esto es un mercado.

- Imaginemos que al lado de su casa hay un solar y se tiene que construir o bien una mezquita o bien una narcosala. ¿Qué preferiría?

- No lo sé. Podría contarle una situación que no compararé porque alguien podría ofenderse. El caso es que vivo entre dos granjas de cerdos. Tanto da hacia dónde sople el viento, siempre huele igual. Al principio te dices: no me acostumbraré. Pero te acostumbras. La casa está en el Bages y me ha ido muy bien para poder conocer el drama del mundo rural. En Catalunya tenemos una visión urbana de todo y la gente cree que el mundo rural es un jardín, que lo ponen el viernes y lo quitan el domingo por la noche. Pues entonces le cuento que vivo entre dos granjas de cerdos y que no pasa nada. Creo que tampoco tiene que pasar nada por vivir al lado de una mezquita o de una narcosala. Sí es verdad que esas mezquitas o esas narcosalas se construyen siempre en los mismos sitios. No en Sant Gervasi, curiosamente (y ahora no me votará nadie allí...). Son cosas que nos tenemos que cuestionar. Pasa lo mismo con las Terres de l'Ebre. La gente del Ebro tiene la sensación de que todos los problemas ambientales y energéticos siempre caen en el mismo sitio.

- La campaña de ERC ¿cuánto cuesta y cómo se financia?

- El coste de nuestra campaña superará el millón y medio de euros, no mucho más; siempre hay alguna desviación y por eso no cierro la cifra. La campaña se financia básicamente por tres vías. En primer lugar, las cuotas de los militantes. Somos seguramente de los pocos partidos en Catalunya, por no decir el único, cuyo presupuesto se basa en el veinticinco por ciento de las cuotas de los militantes. Otro porcentaje importante procede de los cargos públicos, que aportamos una parte de nuestro sueldo. La otra vía son las subvenciones públicas. Sobre estas subvenciones siempre digo una cosa que puede parecer provocadora: los partidos estamos suficientemente bien financiados con las subvenciones. No hace falta inventar nada ni hacer cosas extrañas.

- ¿Cuál ha sido su mayor decepción política?

- Cuando en este país nos pusimos de acuerdo para hacer un Estatut y tuve la sensación de que a ERC nos hicieron sacar a pasear a los gigantes en un día de viento. Porque, pasado el tiempo, te das cuenta de que el señor Artur Mas, con el apoyo del PSC, se acabó comiendo el recorte en la Moncloa, con el señor Zapatero. Entonces tienes la sensación de que, para algunos, todo eso era un juego táctico. Esgrima parlamentaria para ganar votos o posicionarse. Para mí ha sido una decepción, sí. Me frustré porque creo que lo que estábamos haciendo era serio, y generó frustración a mucha más gente. Íbamos a hacer un Estatut nuevo, que solucionaba buena parte de los problemas que teníamos y que nos fijaba un periodo de estabilidad.

- Si los políticos fuesen intercambiables, como a veces lo son, ¿le gustaría fichar a alguno?

- Hay una persona que tengo que reconocer que era un excelente diputado. No lo ficharía nunca porque está en las antípodas de ERC. Se trata de José Domingo, el diputado de Ciudadanos, una persona muy ordenada, muy trabajadora, que se creía lo que hacía. Discrepo radicalmente de él, no lo ficharía nunca para ERC, pero me quito el sombrero delante del señor José Domingo, como el excelente diputado que fue.

- Si seguridad y libertad entran en conflicto: ¿cuál tiene que prevalecer?

- La libertad. Aunque, desgraciadamente, demasiado a menudo nos presentan este debate contraponiendo libertad e igualdad. Precisamente creo que son indisociables. La igualdad sin libertad nos lleva al desastre...

- Hablábamos de seguridad y libertad...

- Sí, lo he entendido. Lo que digo es que el dilema que normalmente nos quieren vender es entre igualdad y libertad. Igualdad sin libertad nos lleva a la mediocridad, y libertad sin igualdad nos lleva a la injusticia. Entre seguridad y libertad, libertad. Curiosamente, la seguridad es un debate que asume la derecha y la izquierda no tiene por qué renunciar a la seguridad. Faltan Mossos d'Esquadra y los mismos cuerpos dicen que, como mínimo, se necesitan dos mil o tres mil efectivos más. Es decir que eso de recortar funcionarios, como dice alguien, no sé cómo lo harán. Creo que la seguridad es de izquierdas. Hasta cierto punto la gente con dinero puede pagarse la seguridad.

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