jueves, 18 de noviembre de 2010

La Meca, más cara. Los precios de la mayor peregrinación musulmana se han disparado por culpa de los alquileres

Tomás Alcoverro (La Vanguardia)

Tema: Religión
Suben los precios de la peregrinación a La Meca, una de las cinco obligaciones fundamentales de los creyentes en el islam, a la que este año acudieron alrededor de dos millones de musulmanes procedentes de 180 países de todo el mundo. Muchos fieles ahorran durante años para sufragar los gastos del viaje, a veces muy largo.

Todo musulmán adulto y sano debe por lo menos efectuar la peregrinación una vez en su vida, aunque una gran mayoría de creyentes muera sin haber visto nunca el primer lugar santo de su religión. En La Meca, lo que más ha subido es el precio de los alquileres. En los últimos meses, un quince por ciento. A medida que las viviendas están más cerca de la gran mezquita, con la negra piedra de la Kaaba en su patio, venerada ya en la época preislámica, son más altos los alquileres. También en los vastos cementerios chiíes de Nayaf, en Iraq, aumentan los precios de las sepulturas si se encuentran cerca de su santuario. El oro que los peregrinos acostumbran a adquirir para sus regalos ha subido también.

Los que acuden en viajes subvencionados son instalados en los campos de pabellones y tiendas de campaña de Mina. Los alimentos también se han encarecido. Aunque el tiempo de la peregrinación –hach en árabe– es de cinco días para cumplir con todos los ritos, muchos peregrinos permanecen dos semanas y hasta dos meses en el reino saudí.

Estos viajes pueden costar varios miles de dólares, pero los gobiernos de populosas naciones musulmanas como Indonesia organizan grandes expediciones subvencionadas. Musulmanes procedentes de países pobres de África tratan de quedarse y buscarse la vida en el rico Estado petrolífero, pero las autoridades hacen todo lo posible para evitarlo. Durante siglos, las peregrinaciones a La Meca fueron origen del cólera que, con caravanas y barcos, alcanzaba a Occidente.

Como cada año, esta gran peregrinación, en cuyo apogeo de la fiesta de Al Adha se conmemora el acto bíblico de Abraham en su intención de inmolar a su hijo Isaac a Dios, es la pesadilla de las autoridades saudíes. Pese a los cupos que se conceden a cada estado, hay peregrinos ilegales, que consiguen burlar la vigilancia de los controles policíacos de las carreteras. El tema de la seguridad obsesiona a Riad. En la historia de estas peregrinaciones contemporáneas, el año 1979, tras la revolución islámica de Irán, fue muy turbulento con la ocupación del recinto por fanáticos musulmanes que tuvieron que ser desalojados por la fuerza bruta. En los enfrentamientos, murieron cerca de 300 personas. Eran los días en que los militantes islamistas querían aprovechar esta concentración para su causa.

En el 2006, 362 peregrinos perecieron a causa de una estampida provocada por un incendio en el puente Jaramat. Ahora el ministro del Interior, príncipe Nayef ben Abdel Aziz, declaró que no excluía un atentado. Pero la rama de Al Qaeda en la península Arábiga ha asegurado que estaba en contra de cualquier acción criminal contra “los peregrinos de la nación islámica”. El Gobierno ha emprendido la construcción de un gigantesco reloj de seiscientos metros de alto, que pretende instaurar la hora de La Meca en los países del islam.

Al Adha, como otras celebraciones religiosas, es una gran fiesta popular vivida con fervor y con fiebre consumista. No sólo las carnicerías hacen su agosto vendiendo el cordero tradicional, sino también las tiendas de ropa. Es el esperado tiempo de los regalos para familiares y amigos. Muy lejos de La Meca, subieron también los precios de los zocos musulmanes, del Atlántico al Golfo, explotando el hach.

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