jueves, 18 de noviembre de 2010

La épica republicana. Los seguidores de CiU, PSC e ICV deberían dar una oportunidad a ERC para ensayar su proyecto

Josep Huguet (El Periódico de Catalunya)

Tema: Elecciones

Los dos presidents socialistas de la Generalitat han llegado ahí porque la izquierda independentista lo ha querido así. Los republicanos queríamos una alternancia democrática que mejorase la calidad y la transparencia del sistema democrático, un avance en la construcción del Estado catalán del bienestar con nuevas y abundantes políticas sociales y, por último, dar una oportunidad a los federalistas para superar el callejón sin salida autonómico al que nos había conducido el autonomismo pujolista.

Ahora resulta que los dirigentes del PSC hacen como que no se acuerdan de con quién han gobernado. Y en lugar de seguir con coherencia con el proyecto democrático y social, hacen marcha atrás e impiden por años un Govern de izquierdas porque priorizan el proyecto unitarista español. Solo el miedo, el conservadurismo de algunos y los prejuicios españolistas de otros explican cómo se tira todo por la borda, cuando lo necesario sería tener la valentía de pasar a una etapa posfederal, después de que el Tribunal Constitucional (TC) haya demostrado que el bienestar y las libertades de los catalanes no caben en la Constitución española.

Es la segunda y probablemente última gran oportunidad perdida por el partido de los socialistas catalanes después de los errores encadenados hasta la desaparición del grupo en Madrid y la votación en favor de la LOAPA.

Esquerra sigue con su hilo rojo. Venimos de 1931 de impulsar la República y la autonomía, y un modelo alternativo de sociedad y democracia: derecho al divorcio, al voto de las mujeres, a la escuela mixta, a la meritocracia de la caseta i l'hortet, de la Catalunya ciudad…

Venimos de ser en 1978 el único partido catalán en propugnar la abstención a la Constitución que denunciábamos como cárcel de pueblos y personas. A pesar de ello, venimos de apoyar durante seis años al primer Govern autonomista de centroderecha para que pudiese desplegar el Estatut y demostrar sus posibilidades. Venimos de pacificar la vía a la independencia propulsando la disolución de Terra Lliure y condenando cualquier uso de la violencia en Catalunya. Venimos de demostrar con discursos y con hechos un independentismo de clases populares integrador donde no se pregunta de dónde se viene ni qué lengua se habla, sino adónde vamos y qué identificación común queremos compartir. Venimos de apoyar a la izquierda federal en los últimos siete años.

Pero todas esas etapas ya se han superado. Cuando la crisis económica global convierte en mortales para la gente de Catalunya las dependencias del Estado central y el expolio fiscal, cuando las clamorosas limitaciones de una democracia aún no han permitido hacer las paces con la memoria histórica; cuando el Tribunal Constitucional deja claro que en la Constitución no caben los derechos y las libertades de los catalanes, Esquerra propone un programa de ruptura democrática y social hacia el Estado catalán. Con un camino pacífico, basado en el reconocimiento de que es la sociedad catalana la que tiene el derecho a decidir su destino, un camino basado en un proyecto regeneracionista como el del catalanismo de finales del XIX, que haga eclosionar todas las potencialidades económicas, científicas y creativas de nuestro pueblo en un horizonte compartido de sociedad del conocimiento y del bienestar líder de la Europa mediterránea.

Es hora pues de reclamar reciprocidad a los ciudadanos juiciosos seguidores del autonomismo de CiU y del federalismo de PSC-ICV. Habéis tenido vuestras oportunidades apoyados por Esquerra Republicana. Vuestras direcciones políticas no han conseguido garantizar los derechos y libertades a los que aspira el pueblo de Catalunya y también es lógico que no queráis seguir aventuras populistas y frustrantes que se líen con la bandera española o la estelada.

Por ello, ahora toca, y es de agradecidos, apoyar a Esquerra Republicana para que pueda, con una mayoría política y social suficiente, ensayar el único camino que queda para lograr un país próspero, con justicia social y con plenas libertades. Lo que nos lleva hacia el Estado catalán, democrático y social.

Y, mientras tanto, un programa reformista fuerte que tenga el valor de enfrentarse con el statu quo, con los oligopolios y el mundo financiero. Un programa de alianza con la gente más valiente e innovadora para cambiar la Administración, cambiar las formas de organizar las empresas, aprovechar a fondo el capital humano, avanzar en una economía donde el mercado español sea residual, donde la laicidad y el catalán sean valores comunes de identificación. Que contemple la insumisión civil ante la retahíla de sentencias judiciales que seguirán a la del TC, vulnerando derechos y libertades de los catalanes. Que movilice a la sociedad civil en torno de objetivos concretos: El Prat, el corredor mediterráneo, la proyección internacional de la identidad. Un programa para combatir la España blindada por el pacto Sevilla-Madrid-Bilbao, que legitima la confederación de los vascos, la economía del subsidio andaluz y el poder político y económico de Madrid, a costa de nuestro bienestar.

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