sábado, 20 de noviembre de 2010

El estilo

José Antonio Zarzalejos (La Vanguardia)

Tema: Elecciones

Una de las circunstancias que hacen que el periodismo y la política sean singulares en Catalunya consiste en la moderación de decibelios semánticos que utilizan el uno y la otra. Cuando el tono es muy alto y descontrolado, suelen surgir la descalificación, la expresión zafia, y, en ocasiones, el insulto. Hace falta ingenio –y el periodismo y la política andan escasos de esa mercancía– para traspasar según qué fielatos. La crítica y la autoafirmación son compatibles con un estilo –el hombre es el estilo– que evite la similitud del debate con la bronca. Hay un casticismo –tanto en la derecha como en la izquierda, si bien connotados de manera distinta– que consiste en el ejercicio verbal de una majeza suburbial que autorizaría según algunos exégetas de Quevedo, Góngora o Cela, a tomar los límites de la libertad de expresión y de la corrección a beneficio de inventario.

Por supuesto, sostener que en “Andalucía no paga impuestos ni Dios” no parece jurídicamente reprobable, pero políticamente –lo siento, señor Puigcercós– es de baja estofa; y adornarse con el requiebro fácil de que aquí “no hacemos las leyes que quiere el Papa”, además de demostrar un nivel raquítico de recursos dialécticos, es de una inconveniencia absoluta para quien sienta un poco de respeto por la figura del Sumo Pontífice de los católicos, más concernidos aun cuando la frase mitinera en Viladecans es del presidente del Gobierno. Como este tipo de expresiones están fuera de la jerga política catalana habitual (olvidados ya los histrionismos de Carod-Rovira) han llamado mucho la atención. Y provocado reacciones políticas, a veces, un tanto campanudas. Artur Mas ha estado listo al marcar distancias con esa dialéctica ruidosa que desdibuja cualquier criterio de ponderación.

Es verdad que las balanzas fiscales en España ofrecen una radiografía hemipléjica de los esfuerzos de sus regiones y nacionalidades y que hay una tensión subliminal entre el norte y el sur del país por este motivo, pero tal constatación puede hacerse de manera convincente sin caer en lo que Pilar Rahola calificaba en este diario el pasado martes de “ensalada de medias verdades con aliño de muchas mentiras”. Entre estas últimas, esa de que Madrid es una “fiesta fiscal”. Que nos registren. Por eso sería de lamentar que se perdiera ese seny tan catalán que en otros pueblos de España suscita curiosidad y, en muchos casos, admiración. Cuando a los catalanes les ataca la rauxa, hay que echarse a temblar, pero la historia es siempre la misma: les ha ido mejor con el sosiego que con la alteración de ánimo. Por esa razón, Guardiola es superior a Mourinho.

No hay comentarios:

Publicar un comentario