sábado, 20 de noviembre de 2010

La piel del candidat@

Joana Bonet (La Vanguardia)

Tema: Elecciones

Existe una amplia tradición anglosajona consistente en radiografiar al candidato electoral a fin de detallar su dimensión humana, es decir, aquello que se esconde tras las proclamas y los mensajes prefabricados. La tradición se ha modernizado con la tan actual necesidad de construir un relato –el story telling–, una historia que vaya más allá de las consignas y de la publicidad a fin de infiltrarse en el imaginario del votante con un cariz más real que aspiracional. Que resulte creíble y le convenza. Cuando el político tiene en sus manos la responsabilidad de gobernar, los medios de comunicación están obligados a contrastar si lo privado y lo público convergen. Es decir, si los ideales que encarna y las medidas que quiere imponer a los otros se las aplica a sí mismo y a su familia. El elemento personal, infestado de prejuicios, exige límites que protejan su intimidad, desde su vida sexual hasta su historial médico, siempre y cuando no se produzcan incompatibilidades con su cargo.

Además de la elección de los colegios de sus hijos o del tipo de sanidad que prefiere, hay detalles que dicen mucho de un candidato: por ejemplo, resulta coherente con sus principios que Joan Herrera vaya en bicicleta a todas partes en lugar de utilizar el coche oficial, que Joan Puigcercós sea tan valiente de ducharse con agua fría o que Montilla, tal como confiesa en Facebook, se erija en gran paladín del silencio: “És millor ser rei del teu silenci que esclau de les teves paraules”, cita parafraseando a Shakespeare. Más anecdótico resulta que Albert Rivera elija como postre preferido la copa Danone –en tiempos de tantas estrellas Michelin catalanas– o que, como confiesa, se haya viciado “al Pro Evolution de la Play Station”, un videojuego de fútbol más digno que el de Alicia Sánchez-Camacho consistente en aporrear a inmigrantes ilegales e independentistas (con bombillas que quieren simbolizar “ideas”, eso sí). La única mujer del cartel ha seguido el catecismo de su partido al mostrarse en contra del matrimonio gay y la adopción por parte de homosexuales, rectificando incluso de su condición de madre soltera: “Yo creo que el niño necesita un padre y una madre, y se lo digo con cierto sentimiento de culpabilidad”, confesó en TVE.

El diferencial que caracteriza estas elecciones ha sido la llamada política 2.0. Las visitas a los mercados y los baños de multitud se intercalan con los tweets –mensajes de menos de 140 palabras–, además de la interactuación en las redes sociales del candidato con sus “amigos”, y las movilizaciones, “quedadas” y campañas virales que animan a los cibersimpatizantes a corear el nombre de su líder virtualmente, en esa simplificación maniquea del “ me gusta-no me gusta”. Lo importante es huir de la neutralidad, del hermetismo del aparatchik, y sacar nota en inteligencia emocional, creatividad política y transparencia biográfica. Que nadie olvide lo que ocurrió con Obama. Cada vez que Michelle desnudaba a su marido en los mítines (al despertarse le apesta el aliento, nunca baja la basura, tira la ropa interior por el suelo), él subía en las encuestas. Al humanizarlo conseguía introducir la vida cotidiana en el centro su discurso. Otro asunto es si los detalles humanos siguen resultando efectivos una vez se alcanza el poder.

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