sábado, 27 de noviembre de 2010

Por reírse de Alá. Un joven de Cisjordania ha sido encarcelado por blasfemo y afronta la cadena perpetua por sus críticas al islam

Ricardo Mir de Francia (El Periódico de Catalunya)

Tema: Religión

Su familia lo repudia y sus vecinos de Kalkilia piden que sea ejecutado.

A principios de mes, dos policías de paisano de los servicios de espionaje palestinos entraron en un polvoriento cibercafé de Kalkilia frecuentado por adolescentes. Saludaron al dueño y le pidieron que rastreara en el servidor una dirección IP. El ordenador de la esquina derecha, les dijo el dueño. En el rincón encontraron a un chaval de 26 años con una melena corta y aspecto de buen chico. Desde aquella esquina, donde pasaba cada día entre seis y siete horas, Walid Husain había logrado encender las iras del cibermundo musulmán. Su aventura estaba a punto de acabar. La secreta venía a arrestarlo.

La noticia cayó como una bomba en Kalkilia, una pequeña ciudad de provincias palestina a tiro de piedra de Tel-Aviv, condenada a una vida enclaustrada desde que el muro de separación israelí la encerró por tres de sus costados. Nadie puede creer que el internauta que se hacía llamar sarcásticamente Alá en su página de Facebook, el mismo que proclamó en la red su ateísmo y definió el islam como «una religión autoritaria» y promotora de la «irracionalidad y la ignorancia», sea uno de los suyos.

- Furia en el pueblo.

Sus vecinos están furiosos. «Lo que ha hecho es intolerable. No solo ha ofendido a su pueblo y su país, sino a todo el mundo musulmán. Según nuestra religión, quien reniega de su fe debe ser ejecutado», dice un mecánico amigo de la familia. En este pueblo grande, beato y pobre, donde Hamás obtuvo todas las concejalías en las municipales del 2005, pocos sabían de Walid hasta que su nombre saltó a los titulares. Licenciado en Informática y de familia respetable, solía acompañar a su padre los viernes a la mezquita y le ayudaba en sus dos barberías.

Pero no debió gustarle el entorno gazmoño de esta ciudad encerrada física y mentalmente. En Facebook y varias bitácoras, alguna de las cuales llegó a tener 70.000 visitas, Walid satirizó algunos versos del Corán, eligió como foto de perfil a un Mahoma caricaturizado, retó a los «clérigos barbudos que lavan el cerebro a su audiencia» y puso en jaque todo un compendio de dogmas, desde la tolerancia de unos textos sagrados que «promueven la guerra y la conquista» al rol de la mujer en el islam.

Su arresto ha desatado una agria disputa en la red y ha puesto de manifiesto lo peligroso que es expresarse en libertad en el mundo islámico. Ni siquiera en un territorio como el palestino, gobernado por una autoridad laica que combate a muerte a Hamás y al resto de fundamentalistas, se puede cuestionar a Alá y su entramado en la tierra. «Miles de comunistas palestinos no son creyentes, pero no atacan directamente a Alá o al Profeta», explica el gobernador de Kalkilia, Rabeeh Khandaqji. «La libertad de expresión tiene límites, como el respeto a todas las religiones. Creo que hay que imponerle un castigo ejemplar para que otros se lo piensen dos veces», añade.

Walid se enfrenta a varios años de prisión, quizás a la cadena perpetua. Su familia lo ha repudiado. Y hay quien piensa que es mejor que esté en la cárcel. «Si lo liberáramos posiblemente lo matarían en la calle», dice un oficial de la seguridad palestina.

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