sábado, 18 de septiembre de 2010

Unidos en los Cantones contra la homofobia

Tema: Comunidad LGTB

Más de trescientas personas arroparon a los jóvenes agredidos el pasado sábado en los jardines de Méndez Núñez.

Hace una semana Iago sufrió una brutal paliza y ayer le dieron el mejor abrazo. Se lo dio su madre. Los dos lloraron. Y otros, al verlos, también lloraron. Fue un acto reivindicativo, una concentración de repulsa a la homofobia, pero tremendamente emotivo. Iago, uno de los jóvenes que el pasado sábado por la noche fue agredido junto a su novio por una veintena de jóvenes en los jardines de Méndez Núñez se dirigió a más de 300 personas en el Obelisco para denunciar un acto «que nunca más puede volver a ocurrir».

Alrededor del Obelisco, muy cerca de donde un grupo de homófobos apaleó a los dos chicos, se habló de tolerancia, de protección, de machismo o de orgullo de «enseñar el amor de dos chicos en público sin que a nadie le moleste o sin que a nadie le cause repulsa». Iago tocó todos los palos de la baraja. Habló de los que salen del armario, de los que no, de los que respetan, de los que no y no se quiso olvidar del crimen de Ponteceso, lanzando un mensaje de ánimo a la familia de la fallecida y otro de repulsa contra la violencia machista.

Habló también de «los cerebros a medio cocer» que han de tener los chicos -entre los agresores también había chicas- que el pasado sábado los agredieron. Confesó que le duele ver cómo mucha gente todavía no respeta la sexualidad de los demás. Y con un micrófono y rodeado de amigos y familiares, se propuso «dar la cara» después de «luchar toda una semana por sacar a la luz un hecho que no se puede volver a repetir y que indica que en la sociedad falla algo».

Dijo que nunca quiso callar, que no está dispuesto a silenciar, ni su amor por su pareja ni su derecho a vivir en libertad su sexualidad y, «sobre todo, la de todos los demás».

Luego se refirió a la desprotección que padecen los homosexuales, lanzando una crítica a la actuación policial del pasado sábado.

Volvió a insistir en que ante estos actos violentos e intolerantes, «no podemos agachar la cabeza, debemos salir y luchar con todas nuestras fuerzas por el respeto que todos merecemos». Quiso también lanzar un mensaje de ánimo a todos aquellos gais y lesbianas que «no pueden o no son capaces de vivir su sexualidad con normalidad, ya sea por motivos familiares, laborales o de cualquier otro tipo.

Y se abrazó a su madre. Y a concejales de todos los partidos, amigos o miembros de doce asociaciones de gais y lesbianas, se les humedecieron los ojos.

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